Denuncia la responsabilidad humana en el cambio climático y llama a actuar
19 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.«Frente al deterioro ambiental, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta». Directo, sin tapujos y medias tintas, el papa Francisco inicia así una de las encíclicas, Laudatio si. Sobre el cuidado de la casa común, que ha levantado más expectación a lo largo de la historia y en la que denuncia, de forma apasionada incluso, el «grave deterioro de nuestra casa común». «Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos», dice. Ahonda en la sobreexplotación de los recursos, la pérdida de hábitats y especies, el consumismo extremo, la desigualdad y en un modelo económico «insostenible» que ha llevado a la depredación del planeta, ante lo que insta a la humanidad a un «cambio en su estilo de vida» que implique una conciencia ecológica. También lanza un «desafío urgente» para «proteger nuestra casa común».
Ante su mensaje, el Vaticano matiza que en la intención del papa no está interferir en el debate político en un momento en el que la humanidad debe decidir, a finales de año en París, si aprueba o no un nuevo protocolo para frenar el cambio climático. Pero el texto de Francisco no es para nada neutral. Toma partido y se alinea plenamente con el consenso científico mostrado en los distintos documentos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU. Es más, por momentos su texto parece un extractos de estos informes o de los discursos que los líderes de Naciones Unidas lanzaron en las distintas cumbres del clima en pro de la reducción de las emisiones de efecto invernadero y de la sustitución de las fuentes energéticas fósiles (petróleo, gas y carbón) por las renovables.
Cambio climático
Consenso científico. «Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático», indica Francisco, que apunta a que «la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero potenciado por el patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles». Y pide actuar para evitar «cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas».
Combustibles fósiles
Cambio por renovables. El papa asegura que es «urgente e imperioso» reducir «drásticamente» los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, por lo que insta a los gobiernos a reemplazar los combustibles fósiles por el desarrollo de «fuentes de energías renovables».
Llamamiento
El desafío de proteger la casa común. Aboga por unir a la familia humana «en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral». «La humanidad -dice- aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común».
Basura y contaminación
Salud y residuos. Denuncia que la exposición a los contaminantes atmosféricos «produce un amplio espectro de efectos sobre la salud y que «la Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería», por lo que insta a cambiar de modelo.
Agua
Temor a la privatización del recurso. Además de incidir en el hecho de que buena parte de la población sigue careciendo de acceso al agua potable, advierte de la tendencia a «privatizar este escaso recurso».
Desigualdad social
Lo peor, para los pobres. Asegura los pobres son quienes sufrirán las peores consecuencias de la degradación del planeta. «Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo es un modo de no enfrentar los problemas».
Economía
Nuevo modelo. «No ha habido una reacción que haya llevado a repensar los criterios obsoletos que continúan a gobernar el mundo. El rescate a toda costa de los bancos, haciendo pagar el precio a la población, reafirma el dominio absoluto de las finanzas», escribe Francisco.
Aplauso internacional unánime, salvo el del republicano Jeb Bush, que la tacha de arrogante
«Es esencial lograr un consenso global para enfrentar problemas más profundos que no pueden ser resueltos por las medidas unilaterales de países individuales». Este mensaje del papa recogido en su encíclica no es inocuo, sino que supone un llamamiento para que los gobiernos de todo el mundo alcancen un acuerdo en la próxima cumbre del clima de París. El texto de Francisco logró ayer el reconocimiento unánime y el aplauso de ecologistas, políticos, representantes de la ONU e incluso de responsables de otras religiones, como judíos, ortodoxos o musulmanes.
Pero no convenció a todos. No lo hizo a los negacionistas del cambio climático, entre los que se encuentran los republicanos de Estados Unidos, que no consideran necesario reducir las emisiones de efecto invernadero. En esta línea se sitúa su aspirante a candidato a la Casa Blanca, el católico Jeb Bush, que arremetió ayer contra la encíclica del pontífice. «No me dejaré dictar la política económica por mis obispos, mis cardenales o mi papa». E incluso fue más allá al asegurar que «es una arrogancia sostener que con relación a los cambios climáticos exista una ciencia exacta». Exacta o no sí existe un consenso basado en evidencias, el que recoge el IPCC, integrado por más de 3.000 investigadores del clima de todo el mundo.
Al que tampoco le gustó el mensaje fue a Andrzej Jarwoski, del Partido Conservador de Polonia, el adalid de los valores católicos en el país. «No podemos dejar de extraer carbón, cerrar nuestras minas o las plantas de electricidad que usan este mineral», dijo, negándose hacia el cambio de modelo que pide Francisco.
En el extremo contrario se situó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. «Su primera encíclica -dijo- enfatiza en que el cambio climático es uno de los mayores retos que afronta la humanidad». «Es una llamada de atención que resuena no solo para los católicos, sino para todos los pueblos de la Tierra. Ciencia y religión están alineados en esta materia: El momento de actuar es ahora», dice la ONU.