Los médicos alertan sobre los movimientos en contra de la inmunización
09 jun 2015 . Actualizado a las 14:09 h.Imagínese que como el niño de Olot que se debate entre la vida y la muerte porque sus padres no lo vacunaron contra la difteria hubiera muchos otros casos. Que el porcentaje de menos del 5 % de menores que en España no reciben inmunización contra las enfermedades infecciosas aumentara hasta un 20 % o un 40 %. ¿Qué ocurriría? Pues que el paraguas de protección haría aguas, que patologías ahora olvidadas, aunque no del todo desaparecidas, resurgirían, lo que provocaría el pánico entre la población. Este escenario, a día de hoy, está muy lejos de ser verosímil en España porque existe una conciencia entre la población, avalada por la ciencia, de que las vacunas salvan vidas. De dos a tres millones de personas evitan la muerte cada año en el mundo por un tratamiento que, probablemente, haya supuesto el mayor avance de la medicina.
Pero ocurre que así como la viruela se ha extinguido ya en el mundo y la polio está próxima a hacerlo, con el sarampión, que en teoría sería la tercera infección en hacerlo, la evolución se ha torcido. ¿Por qué? Por el movimiento de los antivacunas, especialmente activos en Estados Unidos, lo que ha propiciado que en lo que va de año se hayan contagiado 173 personas en 21 estados del país, una auténtica cifra récord. En España, este tipo de activistas son más bien residuales, aunque muy activos en las redes sociales. Pero, por si acaso, las distintas sociedades médicas y científicas han lanzado la alerta y advertido de los argumentos pseudocientíficos, cuando no estrafalarios, de los que defienden un organismo libre de vacunas y que advierten, sin ningún tipo de base médica, que sus peligros son mayores que sus beneficios.
¿Quién se esconde detrás de estos movimientos? No pocos conspiranoicos que achacan la generalización de las vacunas a una confabulación de los gobiernos con las farmacéuticas que, a su juicio, impide el desarrollo de otros remedios naturales; personas con creencias religiosas y espirituales que rechazan cualquier agente externo en su organismo; gente que teme lo que no conoce o personas que han perdido a sus hijos y lo achacan a reacciones ocultas de las vacunas. Tampoco faltan los que quieren lucrarse.
El verdadero peligro es que si el mensaje se extiende la medicina podría retroceder a la época preindustrial, a hace más de 150 años. «La banalización o la introducción de elementos ideológicos que nada tienen que ver con la evidencia científica nos pueden hacer retroceder al siglo XIX. No vacunarse es un acto de irresponsabilidad y de insolidaridad respecto a los demás», advierte Jaume Padrós, presidente del Colegio de Médicos de Barcelona.
Persuasión, no imposición
Y Amós García Rojas, presidente de la Sociedad Española de Vacunología, al igual que la inmensa mayoría de la profesión médica y científica, asiente: «El auténtico efecto secundario que tienen las vacunas es no vacunarse, porque si no lo hacemos corremos el riesgo de recuperar enfermedades que ya hemos prevenido».
El episodio del niño de Olot, que sigue estable dentro de la gravedad, ha reabierto el debate sobre si la vacunación debe ser obligatoria en vez de recomendable. El consejero catalán de salud, Boi Ruiz, se mostró partidario de la primera opción. «Podríamos admitir que es un derecho no vacunarse, pero si afecta a un tercero hay que plantearse si esto puede seguir así», dijo. Pero la mayoría de los especialistas coinciden en que es mejor la información y la persuasión a la población que la imposición. «Lo fundamental es hacer pedagogía sobre sus beneficios», resume Amós.
Los padres del niño de Olot aceptan aplicarle la vacuna a su otra hija
Los padres del niño de Olot que se encuentra en estado crítico porque no recibió la vacuna contra la difteria están dispuestos a que su otra hija reciba la inmunización. La decisión de no darle el tratamiento al pequeño, de 6 años, había sido suya, pero a la vista de los acontecimientos parecen haber recapacitado, según recoge el diario ABC. Es más, tanto el padre como la madre han recibido también una dosis de refuerzo.
Detrás de la decisión de no vacunar al niño se encuentran las convicciones de los padres. Al parecer, según recoge El País, la madre es fisioterapeuta en una clínica de homeopatía de Olot, una seudociencia sin base científica pese a que lleva muchos años implantada.
En España, solo en casos excepcionales se puede imponer la obligatoriedad, en supuestos de emergencia y para defender la salud de la mayoría de la población, y siempre tras una orden judicial. Es lo que hizo un magistrado de Granada en el 2010 ante una epidemia de sarampión.
California se plantea obligar al tratamiento tras el brote de sarampión
En Estados Unidos, al igual que en España y la mayoría de los países, la vacunación no es obligatoria, sino recomendable. Pero el estado de California se está planteando imponerla por ley ante los casos de sarampión que han resurgido en lo que va de año (en el anterior hubo más de 600 en todo el país, un récord). El brote de la enfermedad, que ya se ha dado por superado, se originó en Disneyland y llegó a afectar a más de cien personas, la mayoría no vacunadas.
Algunos estados del país también obligan a inmunizar a los niños que quieran ser escolarizados. Si no lo están no pueden entrar en las escuelas.
En Australia tampoco es obligatorio el tratamiento preventivo, pero los padres que sí inmunizan a sus hijos pueden optar a desgravaciones fiscales. Además, si los niños tienen una enfermedad porque no estaban tratados, sus padres pagan el gasto médico.