Moraña, capital del espeto

PONTEVEDRA CIUDAD

El día grande de la fiesta puso ayer el broche a un mes de actividades para todas las edades.
El día grande de la fiesta puso ayer el broche a un mes de actividades para todas las edades.

La Festa do Carneiro mantiene su tirón, a pesar de que no hubo récord

28 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Seguro que muchas de las dos mil personas que ayer disfrutaron de la comida oficial de la Festa do Carneiro ó Espeto de Moraña (Pontevedra) desconocen cómo surgió esta cita que suma ya 45 ediciones. Aunque quizá este detalle sea lo de menos para ellas. Carmen Traba es una de las que acude por primera vez al encuentro gastronómico de la carballeira de Santa Lucía. Con el termómetro en 30 grados, esta mujer y su grupo copan las codiciadas sombras mientras los carneiros espetados afrontan su última hora de asado antes del sorteo. De sus cuidados se encarga un equipo de seis asadores vestidos de blanco y capitaneados por Jesús García Ruibal, Suso O Muiñeiro. El maestro que heredó el apodo de su suegro se multiplica para atender a la carne y a la tele.

«Viñemos unhas corenta persoas en autobús. A viaxe foi fresquiña co aire acondicionado», cuenta Carmen Traba. Los miembros de la Asociación Cultural e de Veciños A Fonte Salgueira, de Entrecruces (Carballo), se distinguen bien entre el público que abarrota el entorno de la carballeira por el pañuelo amarillo que llevan al cuello. Se van acercando otras compañeras, que también se estrenan. Una deja claro que «temos o ingreso feito» -si no, no se come- y que la más veterana de la comitiva es una mujer de 91 años. José Silva, uno de los asadores, recuerda que empezaron a trabajar a las 7.15 horas. Son 120 carneiros, de los que 97 son para la comida oficial con reserva previa. ¿Y qué es lo que peor se lleva? La pregunta casi parece sobrar. «O calor, home claro, pero xa estamos acabando», dice el asador sin perder la sonrisa. Son conscientes de que en las horas previas ellos y los carneiros son de lo más fotografiado de la fiesta. Los que repiten se saben de memoria el ritual e hidratan la espera. Los más despistados leen las indicaciones de los paneles, donde figura el listado de las mesas y un mapa de situación con las instrucciones para la comida. Para recoger el carneiro hay que aportar el justificante de la transferencia bancaria (este año el lote para veinte personas costó 300 euros). La fiesta no batió récords este 2014, pero mantuvo con creces su tirón.