Un equipo gallego da el paso para iniciar la radioterapia a la carta

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Los autores del estudio, en una sala de radioterapia del hospital clínico de Santiago.
Los autores del estudio, en una sala de radioterapia del hospital clínico de Santiago.

Describe en «Nature Genetics» los genes que predisponen a la toxicidad

30 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un simple análisis de sangre bastará en un futuro a corto plazo para conocer el riesgo de toxicidad a la radioterapia en los pacientes con cáncer de próstata, lo que permitirá ajustar los tratamientos en función del perfil genético de cada enfermo y reducir su agresividad y efectos secundarios. Es el camino hacia la radioterapia personalizada, una senda que ha abierto una investigación de la Fundación Pública Galega de Xenómica y del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Santiago, cuyos resultados se presentan en Nature Genetics.

Que una persona sea más propensa que otra a desarrollar toxicidad inducida depende en buena parte de su genoma particular, aunque en el tratamiento reciban el mismo tipo y la misma dosis de radiación. Sin embargo, hasta el momento no se habían encontrado los genes responsables de esta susceptibilidad. Y esto es lo que han hecho los investigadores gallegos para el caso concreto del cáncer de próstata.

En el trabajo, que se inició en el 2007 y que se realizó con muestras de 741 pacientes gallegos tratados en el CHUS, los científicos identificaron una región en el cromosoma 2 asociada con la toxicidad experimentada por las personas que se someten a tratamiento. En esta zona se localizó un gen, el TANC1, que es el responsable de multiplicar hasta por seis el riesgo de desarrollar efectos secundarios tras la terapia en las personas portadoras, lo que acaba mermando su calidad de vida. Estos resultados se confirmaron posteriormente con muestras de otros 633 enfermos del Reino Unido y con otras de 368 estadounidenses.

Los análisis genéticos se realizaron en el Centro Nacional de Genotipado de Santiago, que dirige Ángel Carracedo, el responsable también del grupo de Medicina Xenómica al que están adscritos la mayoría de los autores de la investigación.

Ensayos en pacientes

Al equipo gallego aún le queda por delante concretar si existe algún polimorfismo o variación genética más específica que predisponga a la toxicidad, pero el hallazgo es ya de por sí muy importante y con un plazo de aplicación clínica relativamente corto para este tipo de casos. «Aún nos queda trabajo por delante y también tendremos que realizar ensayos en pacientes, pero en un plazo de cinco a diez años creemos que se podrá aplicar en la clínica», explica Ana Vega, investigadora de la Fundación Pública Galega de Xenómica y responsable del estudio, que tiene como primera autora a Laura Fachal, que ahora está realizando el posdoctorado en la Universidad de Cambridge.

«El screening genético, que se podrá realizar a partir de una muestra de sangre, es el futuro, ya que nos permitirá ver tanto el riesgo de toxicidad como controlar la enfermedad y comprobar la eficacia del tratamiento», explica Antonio Gómez Caamaño, jefe del servicio de Radioterapia del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago. En un ejemplo práctico, si un paciente tiene un mayor riesgo de toxicidad lo que se podrá hacer es buscarle otras alternativas terapéuticas, como es la cirugía o la quimioterapia. Si aun así los oncólogos deciden que no queda más remedio que someterlo a radiación para vencer al cáncer se podrá modular su tratamiento, disminuir las dosis, hacerlas más dirigidas o reducir el volumen del tejido radiado. Sería, en todo caso, una terapia menos agresiva.

Si, por el contrario, el paciente tiene un perfil genético que le hace más resistente a la toxicidad su tratamiento será completamente distinto. «En estos casos -apunta Ana Vega- se les podría someter a una mayor radiación para tener un mayor control sobre el tumor».