Deportistas sin miedo a salir del armario, excepto en el fútbol

Nacho Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El saltador olímpico Daley confesó ayer públicamente su homosexualidad y aprovechó para presentar a su pareja

03 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El saltador de trampolín de 19 años Tom Daley, bronce en la última olimpiada, hizo pública ayer su condición sexual confirmando que es gay. Aprovechó además para presentar a su pareja. Revelar de que pie cojea cada uno tiene detractores que consideran que el tema pertenece a la parcela más íntima, de ahí su derecho a guardar silencio. Sin embargo, otros -en su mayoría personajes del mundo artístico- han sido más dados a este tipo de anuncios. En contra, la reacción de sus fans, especialmente la de aquellos que ayer los tenían por héroes y ahora han caído de su pedestal tras conocer su orientación sexual. Una actitud que esconde tintes discriminatorios.

Tom Daley aportó su granito de arena al lanzar a los cuatro vientos su gusto más particular. Como otros. Ha sido el caso del jugador de béisbol Glenn Burke o de los profesionales del baloncesto Jason Collins -el primero que lo comunicó mientras se encontraba todavía en activo- y John Amaechi. Dejando de lado la NBA, la atleta Billie Jean King fue la primera mujer en publicitar su homosexualidad. A ella le siguieron figuras como la tenista Martina Navratilova. Recientemente, el jugador de rugby americano David Kopay allanó el camino a muchos en una disciplina copada por hombres. Como Daley, otros deportistas «anfibios», caso del australiano Daniel Kowalski, ganador de cuatro oros olímpicos, reconocieron que eran gays.

El fútbol es de «machos»

Si bien casi todas las disciplinas han tenido sus referentes en el universo gay es en el mundo del fútbol donde menos salidas del armario se han contabilizado. El tópico de que es un juego de contacto, de hombres o de «machos», asociado a cierto espíritu viril y grupal, condiciona a los profesionales del balón a la hora de confesar abiertamente por qué acera les priva caminar. De hecho, la práctica del fútbol estuvo hasta ayer circunscrita al sexo masculino; las mujeres tuvieron las puertas cerradas durante años, a pesar de que otros deportes sí lo permitieron.

Meritorias fueron las contadas revelaciones de futbolistas profesionales, caso de Robbie Rogers, que llegó a participar en la Premier League inglesa. O la del nigeriano Justin Fashaw, que no soportó la presión y acabó suicidándose; también la del jugador francés del Nancy, Olivier Rouyer, que compartió vestuario con el mismísimo Michel Platini, hoy máximo dirigente de la UEFA. En la España futbolística, que se sepa, nadie se ha asomado por la puerta del armario. Todavía.