La renuncia de Benedicto XVI: La Iglesia, sin papa desde las ocho de la tarde

M. Signo ROMA / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

«No me he sentido solo, gracias», dijo emocionado Benedicto XVI en su última audiencia ante 200.000 fieles

28 feb 2013 . Actualizado a las 13:45 h.

Emocionante y llena de momentos inolvidables. Así fue ayer la última audiencia general del papa Benedicto XVI antes de dejar el pontificado a las ocho de esta tarde, momento en que la Iglesia se quedará temporalmente sin su referente.

Ya desde primeras horas de la mañana miles de personas venidas de todo el mundo ocupaban la plaza de San Pedro. Sobrellevaban la espera con cánticos mientras agitaban pancartas en las que se leían mensajes de apoyo. Cuando Benedicto XVI hizo su entrada en la plaza a bordo del papamóvil, casi 200.000 fieles le dedicaron un largo y cálido aplauso que el pontífice acogió con emoción: «Estoy conmovido, veo a la Iglesia viva». Durante su recorrido, el vehículo se paró unos minutos para que él besara a un bebé.

En su última catequesis, interrumpida por los aplausos, el papa Benedicto XVI tuvo palabras de agradecimiento para los fieles, los cardenales y todos sus colaboradores: «No me he sentido solo, gracias». Sobre su renuncia explicó que da este paso «con plena conciencia de su importancia y su novedad, pero también con una profunda serenidad en el alma». Para tranquilizar a los presentes dijo que no abandona «la cruz», sino que se queda en la Iglesia «de otra manera».

En un recorrido por los casi ocho años de su pontificado, el papa Benedicto XVI recordó que «el Señor nos ha dado muchos días de sol y brisa ligera, aunque hubo otros momentos en los que las aguas en que se movía la barca de Pedro eran agitadas, y el viento, contrario». Agregó que siempre supo que «en la barca de la Iglesia, que no es mía ni nuestra, sino suya, está el Señor», para concluir diciendo que «Dios no deja hundir la barca y es quien la conduce por medio de los hombres que ha elegido».

El papa Benedicto XVI pasará hoy sus últimas horas en el Vaticano como santo padre. A las cinco de la tarde abandonará Roma en un helicóptero que lo llevará a Castelgandolfo, a pocos kilómetros de la capital. Allí lo recibirán las autoridades locales y numerosos fieles que se encuentran desde ayer en la localidad. A las ocho, la sede papal se declarará vacante. En ese momento, la Guardia Suiza dejará de acompañar a Benedicto XVI y el pontífice pasará a ser papa emérito. Aunque seguirá vistiendo de blanco, utilizará un hábito sencillo y no volverá a usar zapatos rojos. El anillo y el sello papal se destruirán, aunque Ratzinger llevará otro anillo. También se cerrará su cuenta en la red social Twitter.

El gobierno de la Iglesia quedará en ese momento en manos del Colegio Cardenalicio, representado por su decano, Angelo Sodano, que es el camarlengo. Mañana convocará la congregación general de cardenales para el lunes 4 y será entonces cuando se conocerá por fin la fecha de celebración del cónclave del que saldrá el nuevo papa.