ESTIMADO programador televisivo: me permito dirigirme a usted a través del clásico género epistolar para poner en su conocimiento una propuesta que paso a exponerle. Se trataría de una vuelta de tuerca a la nueva moda que se ha sacado de la manga. Ya sabe. Que si mira quién baila, quién canta, quién se queda alelado, quién hace más el tontín, quién carece de sentido del ridículo... Todo eso. Lo primero sería preguntarle si el castigo va para largo. Si es así, como parece, podría tomar en consideración una variante. No dudo del interés de las cabriolas de Pedro Reyes. Ni de las dulces melodías que fluyen de la garganta de Sofía Mazagatos -aunque creo que ese programa ya se lo ha cargado- o de apreciar el arte de Leticia Sabater friendo un huevo. Faltaría. Usted sabrá, que para eso tiene estudios. Pero estaría bien, ya puestos, hacer un Mira quién manda . ¿Cómo lo ve? Concejales, alcaldes, diputados autonómicos, estatales... Y así hasta llegar a los propios ministros. O más arriba aún. ¿Se imagina? Un reality en el que todos pudiésemos ver qué hacen los que cobran de nuestro dinero. Controlar a los que nos controlan. Analizarlos todo el santísimo día. Ponerles pruebas. Sus familiares a la gresca en los platós... Eche cuentas. ¡Vaya audiencias! Otra cosa será hacer los castings . Igual no se le presenta nadie. ¿Timidez? A lo mejor. ¿Miedo a la expulsión? Más bien eso. ¿No? Que la poltrona es mucha poltrona.