«La presión hace que pienses que si suspendes la selectividad se acaba el mundo»

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

SELECTIVIDAD

Alumnos estudiando en la biblioteca para el examen de la ABAU en la facultad de Belas Artes, en Pontevedra
Alumnos estudiando en la biblioteca para el examen de la ABAU en la facultad de Belas Artes, en Pontevedra Ramón Leiro

Cinco estudiantes de Pontevedra cuentan cómo afrontan la EBAU

04 jun 2023 . Actualizado a las 12:49 h.

Martina, Berta, Manuel, Clara y Belén están en una mesa del pasillo central de la facultad de Belas Artes de Pontevedra. Bolígrafos, rotuladores de casi todos los colores y mucho apuntes apenas dejan ver el color de la mesa. A su alrededor hay cinco jóvenes que bailan entre los 17 y los 18 años. Es poco más de la una de la una de la tarde de un jueves que estrena junio. Se ríen y hablan en bajo para no molestar a los compañeros que ocupan las mesas ni tampoco a los que están en el patio central de este edificio rehabilitado por el arquitecto César Portela. «Estamos descansando», dicen casi al unísono después de una mañana de estudio. Son alumnos del IES Valle Inclán, uno de los centros más grandes de Pontevedra, que se levanta junto a la Diputación, casi enfrente de donde hoy estudian muchos de sus alumnos.

Les queda tan solo una semana para el examen de la EBAU, la antigua selectividad, que quita el sueño a los jóvenes que dan el salto a la vida universitaria. Están nerviosos. «Es el final, llevas seis años en el instituto preparándote para este examen», dice Martina Rodríguez, una joven que hace mucho tiempo que sueña con matricularse en Filoloxía Hispánica. Sienten una presión constante por una prueba que le abrirá la puerta de la universidad. «Pensamos que si no aprobamos se acaba el mundo, la presión externa es muy grande y hace que nos autopresionemos más», recalca Martina, que llega al examen con una buena media de bachiller.

Junto a ella está Berta Comino Couceiro. Es la única que ya ha cumplido los 18 y la más tranquila de los cinco. «Pensé que iba a ser más complicado, pero creo que llegamos muy bien preparados», explica una joven que ya tiene trazado su futuro más inmediato. Tiene una beca deportiva (juega al voleibol) que la llevará a Indiana a finales de julio para empezar la universidad en Estados Unidos. Quiere estudiar Kinesiología. «Me voy a finales de julio, pero todavía pienso que la universidad está muy lejos», comenta Berta, que ejerce de portavoz de este grupo de cinco que está bastante lejos del de Enid Blyton.

Cada uno dibuja un futuro distinto a partir del examen de selectividad, el punto de inflexión que sienten que marca un antes y un después en su vida académica. Berta quiere ser kinesióloga, Martina estudiará Filoloxía Hispánica, Manuel López se ve como psicólogo, mientras Clara Silvares y Belén Pazos sueñan, delante de los apuntes de selectividad, con estudiar Bioloxía y ADE o Derecho, respectivamente. Lo único en lo que coinciden todos es en un temor: el examen de Historia de España. «Es el más complicado, son demasiadas fechas, nombres y épocas», reconoce Clara, mientras el resto de compañeros asiente sin perder la sonrisa. «Y el que menos nos preocupa es el de Inglés», completan los alumnos del IES Valle Inclán.

¿Y si suspenden?

¿Qué pasa si suspenden? «Lloraremos, se acaba el mundo», afirma Clara, que aunque no es literal, lo sentiría como una decepción. Las familias de estos jóvenes les ayudan a restar esa presión que crece a medida que se acerca la fecha. «En el instituto todo está enfocado a este examen, no te explican que a la universidad se puede ir por muchas vías distintas», explica Berta, que además mira para sus compañeros para advertirles de que «si no va de esta, habrá más oportunidades».

Todos lo saben, pero su vida en los últimos nueve meses se ha encaminado únicamente a un examen de tres días. Antes les queda todavía una semana de estudios. Ellos prefieren la biblioteca porque ponen dudas en común y se echan una mano en las pruebas prácticas. Pero hay más. «También vamos a la academia y a alguna clase en el instituto», apuntan. Clara, quien, como estudia mejor en voz alta, repasa por la noche el temario.

El próximo día 6 empezará en Galicia la prueba de selectividad. Estos cinco jóvenes se examinarán en el campus de Pontevedra, pero su vista está puesta en Roma. Porque aunque están nerviosos y les cuesta sacudirse la presión, tienen ante ellos una nueva etapa que les emociona y que arrancará con un viaje a la capital italiana antes de que acabe junio para celebrar que se «han hecho mayores» y que sus caminos comenzarán lejos de las aula en las que han crecido.