Menos ideología, más pragmatismo

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

24 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cien días no son demasiados para valorar una gestión de gobierno, sobre todo si los responsables de ejecutarla son nuevos en el cargo y, más aún, si son pocos, como es el caso, porque tienen más dificultades para hacerlo aunque se hayan rodeado de un batallón de personal de confianza. No obstante, como el «pecado» de la ofuscada precipitación con la que el BNG (más Compostela Aberta) quiso poner su marca a la nueva etapa lleva aparejada la penitencia, no cabe andar con comprensivas contemplaciones al extraer las primeras conclusiones. Y hay una que sustancia todas para definir este arranque de mandato: exceso de ideología y déficit de pragmatismo.

Aunque en la construcción cotidiana y gobierno de las ciudades hay, como es obvio, un motor ideológico, lo primero que demandan los compostelanos es gestión, porque su ciudad está muy necesitada de ella desde hace demasiado tiempo. Sin embargo, el BNG irrumpió como elefante en una cacharrería con imposición ideológica en las dos acciones políticamente más sonadas hasta ahora de su mandato: no solo rehúye pisar la Catedral el 25 de Xullo —previsible, como su ausencia de la ofrenda a San Roque— sino que dobla la apuesta con la invención unilateral de un acto que pretendió ser cívico. La segunda, la expulsión del himno español en el día de Padrón en las Festas do Apóstolo. Ni la Compostela Aberta de Martiño Noriega se había atrevido a tanto en ambos casos, aunque el himno no fuese una obligación por ley sino una tradición compartida con el de Galicia.

El BNG se equivoca porque eso no es lo que harían la mayoría de los compostelanos, la inmensa mayoría que no votó la lista encabezada por Goretti. De empecinarse en esa vía, su declarado intento de demostrar desde el pazo de Raxoi su idea de un gobierno para todos los gallegos va a ser cosa de un mandato, y nada de aposentarse en San Caetano. Los gobiernos de Santiago fueron tantos años de centroizquierda —también con un BNG menos dogmático— porque sus líderes se cuidaron de no imponer ideología y priorizaron la solución de los problemas de sus vecinos, con mejor o peor fortuna. Quisieron construir una Compostela para todos. Más todavía hoy, cuando ya no tiene sentido debatir cuestiones como si la bicicleta es de izquierdas y el coche de derechas. Porque el mandato asambleario y el frenazo y marcha atrás es plausible si hay opciones para una mejor construcción de la ciudad, y no solo para alzar la bandera partidaria sobre una gestión poco posibilista y con vitola de fracaso. Por ahí van la Casa da Xuventude y la operación Peleteiro, asuntos centrales, también, de estos cien días.