Vetusta

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña EL MIRADOR

SANTIAGO

28 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocurrió en el parquímetro de la Praza de Abastos, que el martes no aceptaba monedas. Primero probó un joven, que al ver que la máquina le devolvía el euro con el que quería pagar la ORA, fue al monedero y lo cambió por otro. Tampoco. Así que le pidió monedas a su novia. Volvían de vuelta. Probó el siguiente contribuyente, y nada. La cola iba creciendo y poniéndose nerviosa. Una madre tenía que ir a buscar a su hijo, otro decía que le estaban esperando, el tercero chasqueaba la lengua... Y entonces una conductora replicó: «Y lo peor es que si nos vamos nos multan por no tener el tique, y a ver cómo probamos que la máquina no funciona...». «Pues es verdad», asentía un caballero. El joven con el que empezó la anécdota recordó que al lado de la Facultade de Historia había otro parquímetro, y para allí se fue la cola, alterada. En la segunda máquina había un señor tratando de pagar con un euro. Nada. Probó otro atribulado contribuyente con una moneda de veinte céntimos... Y por fin, ¡sí!. Así que todos los que desesperaban juntaron la calderilla y sacaron tiques comunitarios. La señora que tenía que ir a por el niño se quejaba de que solo le daba para las 20.00 horas, cuando el servicio cerraba a las 20.30. Y aunque un señor le aseguró que a las ocho ya se retiraban los operarios, ella insistió en volver más tarde y renovar el tique. «Que la multa no la puedo pagar», replicó.

Y yo, que fui testigo de todo ello, me imaginé en lo alto de la facultad, disfrutando de las vistas y de la escena, a un banquero, un exministro, una alcaldesa, una infanta y una folclórica. Riéndose todos ellos, cual Fermín de Pas oteando súbditos y dominios.