El famoso «c'est magnifique» de Giscard d'Estaing y la llegada en 1939 del mariscal Petain

La Voz

SANTIAGO

24 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La del mariscal francés Petain en octubre de 1939 fue una de las visitas más importantes de la primera mitad del siglo XX. Entonces era embajador en la España de Franco. Sus amistades peligrosas le llevaron después a colaborar con los nazis y aceptar la ignominia de gobernar para Hitler la mitad sur de Francia. De poco le valió la fuerza con la que las crónicas narran que se abrazó al Apóstol, ya que al acabar la guerra fue encarcelado por traidor.

La némesis de Petain, el general y héroe francés de la lucha contra los nazis Charles De Gaulle, también estuvo en Santiago, aunque en junio de 1970, cuando ya no era presidente de la república. Con el aplomo que le caracterizaba, rechazó el paraguas que le ofrecieron en el Obradoiro ante la intensa lluvia que caía. Así, rezó ante el altar mayor y vio volar el botafumeiro completamente empapado, pero lleno de dignidad. Otro mandatario galo, Valéry Giscard d?Estaing protagonizó una de las anécdotas más célebres de las visitas a Santiago al exclamar visiblemente impresionado un «c?est magnifique» al ver la Catedral por primera vez. ¿Dirá Merkel un es ist wunderschön, el equivalente alemán al «es magnífico» del francés?

En 1979 estuvo en la ciudad el presidente italiano Giulio Andreotti y en 1988 el mexicano Miguel de la Madrid y el argentino Raúl Alfonsín. Un año después, en 1989, fue otro francés el que estuvo en Santiago, François Miterrand, que cuentan solo probó el pulpo a feira cuando le sirvieron un tentempié y enseguida se decantó por el jamón ibérico.

Las visitas de mandatarios extranjeros en la década de los 90 la inauguró otro francés, Michel Rocard, que vino en 1990. Un año después lo hizo su homólogo portugués, Mario Soares, pero el gran acontecimiento se produjo en 1992, con la visita del revolucionario cubano Fidel Castro. Vino a Galicia invitado por Manuel Fraga para conocer la tierra de su padre. Atendió atento a las explicaciones del deán de la Catedral sobre el Pórtico de la Gloria, pero no entró en el templo. Su llegada coincidió con una huelga en el Hostal dos Reis Católicos, por lo que fue uno de los pocos que no pudo alojarse en el histórico edificio.