Melide recupera del castillo de Pambre los escudos que quedan de su nobleza laica

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

SANTIAGO

Patrimonio autorizó el depósito en el museo comarcal de tres piedras de armas abandonadas en el fortín de Palas de Rei

06 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Era cuestión de tiempo y, como tal, de paciencia. Más de treinta años han tenido que transcurrir para recuperar «os únicos escudos que quedan da nobreza laica de Melide», apunta Xurxo Broz. Cuando el pasado mes de noviembre, este arqueólogo melidense trabajó en las excavaciones con las que la Xunta comenzó la rehabilitación del castillo de Pambre, en el vecino municipio de Palas de Rei, Xurxo comprobó en primera persona lo que su padre Xosé Manuel, director del Museo Terra de Melide, ya había escrito en 1990 en uno de los boletines de estudios que edita la galería. Tres escudos de casas grandes melidenses habían sido depositados en la fortaleza en la década de los 80.

Y allí permanecían «nun patio á intemperie» hasta que hace un par de semanas se trasladaron al Museo, que los tiene en depósito tras así autorizarlo Patrimonio. Gonzalo Meijide, arqueólogo en la delegación de la Xunta en Lugo, se encargó de tramitar el papeleo para que la galería de Melide pudiese custodiar las piedras de armas; un permiso al que se le dio el visto bueno porque las piezas «non teñen ningún tipo de relación histórica co castelo de Pambre; é unha relación de casualidade», explica Cristina Vázquez, arqueóloga del Museo.

Y cuenta: los escudos fueron a parar al castillo de Palas de Rei de la mano de Antonio Taboada Roca, hermano del conde de Borraxeiros, un magistrado melidense afincado en Madrid que adquirió el fortín, se lo legó a su hijo y este, a su vez, a la institución religiosa de Vigo que hace aproximadamente un lustro se lo vendió a la Xunta de Galicia. Taboada Roca era el farmacéutico de Melide a principios del siglo pasado «e un erudita e gran investigador da historia e da liñaxe», comenta Xurxo Broz. De hecho, fue uno de los autores del libro Terra de Melide y en ese manual de historia e etnografía que en 1933 editó el Seminario de Estudos Galegos, Taboada Roca dejó constancia de los escudos que se preocupó por recuperar el Museo. Dos de las piedras de armas, las más pequeñas, pertenecían a la llamada Casa de Pedrosa, también identificada como Pazo da Vila, una casa señorial del siglo XVI de la que ya no queda rastro en la rúa de San Pedro, en pleno Camino Francés. El escudo más grande era de la Casa Sivil. Tampoco queda nada de ella en el lugar de Castro.