Francisco Puy: «Mariano Rajoy, Núñez Feijoo y Conde Roa fueron alumnos míos»

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Álvaro Ballesteros

«La USC es una gran universidad, pero tendemos a ser muy críticos»

29 ene 2012 . Actualizado a las 07:02 h.

Francisco Puy Muñoz (Cambil, Jaén, 1936) fue catedrático de Filosofía del Derecho hasta su jubilación. Sigue trabajando en la Universidade de Santiago como profesor emérito porque le apasiona la docencia. Ha sido maestro y mentor de muchas generaciones de hombres de leyes. Él mismo calcula que por su aula habrán pasado 10.000. Entre ellos, los presidentes de España y de Galicia, Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijoo, o el alcalde de Santiago, Gerardo Conde Roa. «¡Ah!, y también el ministro de Justicia saliente, Francisco Caamaño», recuerda.

-Es usted gallego de Jaén...

-Eso es normal, sí... Digamos que ese es el agujero en el que el nacionalismo tropieza una y otra vez, porque la idea de que toda la gente que vive en un territorio es ella y sus padres y sus abuelos y sus tatarabuelos eso nunca ha sido verdad. Con la movilidad del transporte en los siglos XX y XXI todos tenemos... yo tengo abuelos franceses, mallorquines, cordobeses...

-Pero usted es gallego, ¿no?

-Ahora sí. Hombre, yo vine con 30 años aquí para quedarme. Los 30 años anteriores fueron un poco para arriba y para abajo, la mayor parte en Granada y una buena parte en Cambil, que es el pueblo donde nací. Llegué en 1966, 46 años aquí... muchos. Además, son los años de la producción, de la reflexión, digamos de aquellos en los que no es el mundo el que te incorpora a ti, sino que eres tú el que te incorporas al mundo, o lo rechazas. He conocido a muchos forasteros en esta casa que no solo no han tenido voluntad de integración, sino que han tenido voluntad de rechazo. Y es algo que siempre me ha extrañado, porque todos tenemos un instinto natural de acogerte al sitio al que vas. Si tienes que vivir en un sitio, búscale sus ventajas, no te pongas en contra, ¿no?

-¿Cómo era la universidad a la que usted llegó?

-Hum... -piensa- Una universidad de cinco facultades. No sé si ahora son sesenta o setenta u ochenta. Una universidad con cinco mil estudiantes. Ahora solo en Derecho creo que hay más que entonces en todo el campus. Nos conocíamos todos los profesores, eso era una cosa muy grata. En Derecho estaba también Filosofía y Letras y acababa de salir Químicas, que era la única que había y que se acababa de venir aquí al campus. Los cursos eran pequeños y había una relación diferente con los alumnos. Luego llegó el bum de la natalidad y las cosas cambiaron.

-La USC tiene últimamente un gran reconocimiento...

-En el libro sobre el quinto centenario de la universidad se me encargó a mí la historia de la Facultad de Derecho, los editores dividieron mi escrito en etapas y una la titularon «El siglo XX, edad de oro de la Facultad de Derecho». Parece mentira, pero es verdad. ¿Por qué? Pues no lo sé. Es verdad que tuvo una buena época, como toda Galicia, cosa que se olvida, en el siglo XVIII. El Obradoiro se hizo en el XVIII y el Palacio de Raxoi, que está enfrente, también -apunta-. Pero la actual es una gran universidad, lo que pasa es que tendemos a ser muy críticos, la universidad misma es muy crítica, pero esta es una gran universidad -lo dice con énfasis-. Tenemos a nuestro favor, además, el sello antiguo.

-¿La ciudad ha cambiado tanto como su universidad?

-A mí la ciudad de cuándo llegué me gustaba mucho. Cuando vine aquí me decían: «¿Usted viene a quedarse o a irse?». Esa era la pregunta, porque estaba la gente muy escaldada. De mis antecesores, Legaz estuvo 25 años porque se casó con una gallega, pero los tres anteriores estuvieron seis años, o sea, entre uno y uno y medio cada uno. Gente de categoría, pero que se iban a Madrid, a Salamanca, a Sevilla... a sus orígenes. Normal, ¿no? Yo siempre decía que no venía ni a irme ni a quedarme, pero que iba a trabajar desde el primer día como si me fuera a jubilar aquí. Me ofrecieron irme a Barcelona y a Sevilla y les dije que no podía. Ya estaba aquí instalado y estaba bien... muy bien. El Santiago de mi juventud tenía algo entrañable y es que era una aldea y para mí eso en lugar de ser una causa de rechazo era una atracción. Me gustan los pueblos pequeños, la gran ciudad no me va. Mire, yo me he ido a Vedra porque esto ya me resultaba un poco agobiante (se ríe).

-¿Cómo sienta que tantos hombres de leyes le llamen a usted maestro y mentor?

-Pues es una cosa muy bonita, sí. Esa es una de las cosas hermosas que tiene esta profesión. El otro día, en el homenaje que me hicieron, tiene su gracia, pero es que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, había sido alumno mío, pero además alumno querido, porque he tenido otros que no me querían tanto, y el presidente de la Xunta, Núñez Feijoo, el alcalde de la ciudad, Conde Roa, el de Vedra, todos fueron alumnos míos, además gente que me aprecia, que me quiere y que me respeta. Eso es bonito, sí.

-Eso confirma la tesis de que un abogado vale para todo...

-(Se ríe). Sí, es verdad. Aquí en Santiago hay algunos maestros más y en esta misma facultad, dos o tres maestros de categoría. Y hubo un elenco magnífico, como Legaz, Álvaro D?Ors, Ponce Gutiérrez, pico de oro y gran maestro, don Paulino Pedré, de Derecho Canónico, que era el mejor especialista en la historia de Galicia.

francisco puy muñoz profesor emérito de la facultad de derecho de la usc

«El Santiago de mi juventud tenía algo entrañable y es que era una aldea»

«Cuando llegué había solo 5.000 alumnos en la USC, ahora hay más solo en Derecho»