Brugada Terradellas: «La muerte súbita no es inevitable»

R. D. Seoane A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

PACO RODRÍGUEZ

El experto que da nombre a una de las causas de fallo cardíaco aboga por identificar a los pacientes con riesgo

26 may 2016 . Actualizado a las 12:10 h.

Josep Brugada (Bañolas-Gerona, 1958) es el hermano de en medio. Junto a Pere y Ramón identificó hace un cuarto de siglo una nueva «entidad clínica», como dicen los médicos, que podía explicar esas muertes repentinas y fulminantes por fallo cardíaco. Desde entonces, su hallazgo lleva su apellido por todo el mundo y ha servido para impulsar la investigación en torno a la letalidad causada por los impulsos eléctricos del corazón. Consultor sénior del Hospital Clinic de Barcelona, del que fue director, y responsable de arritmias pediátricas del Sant Joao de Deu, esta tarde hablará de su experiencia en A Coruña (Afundación, 19.00 horas) para abrir los actos del centenario del nacimiento del fundador del Hospital San Rafael, Rafael Hervada.

-El 92 no fue un mal año para Catalunya. Mientras unos jugaban a las Olimpiadas, ustedes le ponían nombre a una enfermedad.

-Ja, ja, ja... No se lo pusimos nosotros, fue la comunidad científica. Empezó a llamarle así a raíz de los artículos que publicamos cuando vimos que había familias con alteraciones en los electrocardiogramas que se relacionaban con arritmias, con muerte súbita. Eso nos hizo sospechar que se trataba de una enfermedad genética que alteraba los canales eléctricos del corazón.

-¿Por qué es un síndrome?

-Probablemente debería denominarse enfermedad porque síndrome hace relación a un conjunto de síntomas. Pero creo que ya le va a quedar.

-Y suele darse en gente joven.

-No necesariamente. Es verdad que los primeros pacientes que estudiamos eran muy jóvenes, pero en realidad es que suele estar silente y los episodios se dan más a partir de los 40 años.

-¿Hasta qué punto está relacionado con la muerte súbita?

-En España se producen 35.000 muertes súbitas al año. De ellas, la gran mayoría, unas 30.000, son por infarto agudo de miocardio generalmente por obstrucción de las arterias. Las que no tienen como causa el infarto o una patología estructural, son las enfermedades eléctricas. Entre ellas, el síndrome de Brugada, que aquí afecta a 1 de cada 5.000 personas, aunque en otras zonas como el Sudeste asiático a 1 de cada 2.000.

-Con riesgo de morir de forma repentina y fulminante.

-No, no. No toda esta gente se va a morir. El reto está precisamente en identificar a las personas con mayor riesgo para evitarlo. La gente tiene que saber que la muerte súbita no es inevitable.

-Está de nuevo de actualidad por los síncopes en deportistas.

-Lo que le da popularidad a la muerte súbita es eso, porque todos nos preguntamos cómo es posible que se muera gente joven, sana y deportista. Ahí se concentra la atención mediática.

-¿Esa relevancia les servirá para insistir en que se siga investigando, no?

-Lo intentamos, pero la relevancia dura lo que dura la noticia en primera página. Al cabo de unos días ya casi nadie se acuerda.

-¿Cómo se puede identificar a esas personas con mayor riesgo de sufrir un episodio fatal?

-Es fácil, el síndrome se puede ver con un simple electrocardiograma, una prueba muy sencilla.

-¿Y cómo vamos en eso?

-Mal. No hay una campaña global para que todo el mundo tenga al menos un electro a lo largo de su vida. Lo intentamos y no solo para detectar el síndrome de Brugada, sino para diagnosticar otras patologías.

-¿No se revisa a toda la familia en caso de muerte súbita?

-Cuando se produce una muerte inexplicable e inexplicada cada vez se estudia e interroga más a toda la familia y cada vez nos encontramos con menos jueces reacios a realizar a estudios porque empiezan a comprender la importancia.

-Han identificado ya 300 mutaciones genéticas relacionadas.

-Y todavía queda mucho trabajo por hacer y muchas mutaciones por identificar. La mayoría de la gente a la que le hacemos análisis genético no le encontramos nada, hay que seguir buscando. Y ahora también investigamos la forma de cambiar el curso natural de la enfermedad a través de la ablación por radiofrecuencia.

«Si ves fuego no vas a esperar a que vengan a darte un curso para usar el extintor; pues con el desfibrilador, igual»

El currículum de Josep Brugada, como el de toda la saga familiar, es tan extenso como cualificado tanto en el terreno asistencial, como en el de la investigación. Su actividad le ha llevado además a impulsar iniciativas sociales para tratar de poner freno a una letalidad que ellos mismos han vivido muy de cerca con el fallecimiento de su hermana. Entre ellas, dirigir el proyecto de difusión de los desfibriladores semiautomáticos en Catalunya.

-¿Implantar un desfibrilador es el principal tratamiento?

-Primero hay que estratificar el riesgo y analizar opciones. Desde luego el desfibrilador implantable si tiene arritmias de riesgo es la propuesta y si es una muerte súbita recuperada, por descontado. Se ha demostrado efectivo.

-¿Y para los no diagnosticados? ¿Cómo evitar la muerte súbita?

-La lucha contra la muerte súbita tiene muchas ramas. Insisto, no es inevitable. Primero, si quieres dominarla hay que evitar, entre todos, las causas del infarto agudo: comer sano, hacer ejercicio, no fumar... Y luego hay que hacer una campaña importante para que todos los grandes espacios y los edificios públicos de este país tengan desfibriladores semiautomáticos. El desfibrilador es un instrumento que salva vidas. No hay una legislación que obligue a tenerlos, pero estamos apretando para que la gente los demande.

-Hay quienes dicen que no sabríamos utilizarlos.

-Lo sabe manejar un niño. Si hasta va dando instrucciones. Lo que hay que perder es el miedo a usarlo. Es como el extintor. Si ves fuego no vas a esperar a que nadie venga a darte un curso, pues con el desfibrilador, igual. Lo usas y punto. Sin problema.