Estudiantes que siempre sacan dieces

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMÓN LEIRO

Acabaron bachillerato con matrícula de honor. Pero, hablando con ellos, queda claro que sus notas no son lo mejor que tienen

05 jun 2016 . Actualizado a las 12:31 h.

En el instituto Valle-Inclán de Pontevedra podría decirse que hay un club de los dieces. No en vano, nada menos que cinco estudiantes que acaban de terminar el bachillerato sacaron esa nota en todas las asignaturas y otros dos obtuvieron dieces en todas las materias menos en una... que se quedaron en un nueve largo. Casi nada. Por supuesto, a todos le fueron concedidas matrículas de honor. Charlar con ellos es como beberse un frasco de esperanza e ilusión. Porque detrás de esas notas hay siete jóvenes capaces de dejar con la boca abierta a cualquiera. Son Alejandra, Claudia, Jorge, Nuria, Enrique, Fernanda y Alejandra. Se expresan bien, tienen las ideas claras, saben qué quieren... Pero, sobre todo, tiran de humildad al hablar de sus logros académicos. «Para nosotros es bastante normal... Y para nuestros padres también, que los tenemos muy mal acostumbrados y ya no le dan importancia a los dieces», enfatizan.

Hablamos primero de los cimientos de su éxito escolar. Y todos, sin dudarlo, hablan de sus familias. «Es importantísimo lo que ves en casa, si tus padres estudian o leen... O simplemente te dicen que estudiar es lo más importante y lo principal», señala Paula. «Detrás de muchas personas que suspenden hay que mirar lo que pasa en sus familias», añade Alejandra. Y todos le dan la razón. Cuentan luego que no hace falta que los padres se sienten a hacer los deberes, pero sí que en casa «esté claro que el estudio siempre es lo primero».

Luego, toca preguntarles cómo afrontan el estudio, cuál es la receta para obtener siempre sobresalientes. Y todos los tienen clarísimo: «Hay que entender lo que se estudia», dice Fernanda. «Es muy importante concentrarse, no perder el tiempo», señala Alejandra. El resto, con unas y otras palabras, refuerzan esas ideas. Hablan de que hacen resúmenes, esquemas... Y cuentan algo que, a priori, suena raro. Dicen que no estudian día a día... «Nadie lo hace, todos dejamos las cosas para el final, eso siempre es así», señala Alejandra, que no tiene pinta de morderse jamás la lengua. Jorge, a su lado, insiste: «Haces algo, claro que sí, pero al final te metes el atracón».

No son unos chapones

Se ríen cuando se les preguntan si se autodefinen como chapones. Todos dicen que no. E insisten en que mucha gente confunde dedicarle muchas horas al estudio con obtener buenas notas. «Lo importante es que cuando estudies estés concentrado, de nada vale estar muchísimas horas si no te centras», dicen todos. Insisten en que les gusta salir de marcha, practicar deportes como el surf, que están enganchados a las redes sociales... Vamos, que tienen una vida social tan destacable como su currículo académico. «Una cosa no quita la otra», dice Nuria.

Tarda pocos minutos en colarse en la conversación la palabra clave para ellos estos días: selectividad. La están preparando. Y lo hacen con una presión considerable. No en vano, pese a sus buenos resultados en el bachillerato, tienen que sacar buenas notas en las pruebas de acceso a la Universidad para optar a las carreras que quieren. Por ejemplo, cuatro pretenden entrar en Medicina. Serán rivales a la hora de conseguir una plaza en Santiago, que es donde esperan estudiar. Pero ellos señalan entre risas: «Los rivales son el resto que quieran entrar, nosotros cuatro tenemos que conseguirlo».

Ahora no pueden fallar

¿Están nerviosos por la selectividad? Reconocen que sí. Pero luego, haciendo gala de su condición de alumnos de ciencias, echan números y concluyen que, en realidad, sacando notas no tan brillantes como las que suelen tener, podrán cursar lo que quieren. Luego, y para olvidarse un poco de lo que les espera en unos días, se abre debate sobre otras cosas. Les gusta leer periódicos. Les interesa la política y están encantados de poder votar en las próximas elecciones -algunos lo harán por primera vez-. Y hay cosas que les cabrean especialmente. Echan pestes contra un sistema educativo que, dicen, depende de los caprichos de quien gobierne o de leyes, como la Lomce, que se hacen sin contar «con la comunidad educativa».

maría hermida

pontevedra / la voz

Miedo

na de las características que el ser humano comparte con otros seres vivos es el miedo. Este ha tenido siempre muy mala fama ya que suele causar bastante malestar y mantenido en el tiempo puede llegar a provocar estrés e incluso episodios de ansiedad. No obstante, el miedo tiene una función adaptativa, y gracias a él huimos de los peligros y se conserva nuestra especie, ya que nos hace prever los momentos de peligro, y nos ayuda a tomar decisiones eficaces para solventarlos. El problema está cuando nuestra mente es capaz de generar situaciones de peligro irreal y comienza a prevenir daños que o bien no son tales, o no son tan grandes como nosotros en principio prevemos.

¿Cómo es posible que jóvenes con expedientes brillantes se enfrenten a una prueba como el selectivo con tantos nervios, o más si cabe, que aquellos estudiantes que tienen unas notas más bajas? Es obvio que si durante los años de bachillerato (y seguramente durante los cursos previos) han sido capaces de mantener un nivel tan alto es porque su capacidad y su esfuerzo son extraordinarios, y por tanto están mejor preparados que nadie para someterse a un examen en el que se ponen a prueba sus conocimientos.

No obstante, a pesar de que ellos saben que están sobradamente preparados para obtener un resultado óptimo, también estoy seguro que por su cabeza rondará el miedo a fracasar en una prueba tan azarosa que puede hacer que en dos días se echen por tierra tantas y tantas tardes de estudio.

UPero ese miedo, a pesar de ser incomodo, e incluso poco racional, ha provocado que en estos años ellos se hayan enfrentado más preparados a muchos exámenes y ha facilitado que sacasen las mejores calificaciones, porque esa presión añadida ha sido la que ha hecho que siempre diesen un poco más que muchos de sus otros compañeros.

Ahora todos ellos están en el último escalón antes de llegar a su gran objetivo, y temen fracasar, pero seguro que lo que ha funcionado durante estos años también lo hará en estos días, superarán ese último escalón y dentro de unos meses estarán de nuevo rindiendo al máximo nivel, pero igualmente preocupados por el próximo examen.