La agonía del mundo rural

Xosé Fortes

CERDEDO-COTOBADE

26 feb 2016 . Actualizado a las 05:20 h.

El pasado miércoles sobrevoló la ciudad la noticia de una posible fusión entre dos municipios de nuestra comarca: Cotobade y Cerdedo, y me pide hoy La Voz de Galicia, acaso por haber publicado hace unos meses Terra de Cotobade, un comentario sobre la misma.

Terra de Cotobade es un ejercicio de memoria (somos memoria), un relato histórico que comienza con la Cultura Castrexa, adquiere unidad lingüística con la conquista romana, matriz parroquial en la Era Compostelana, plenitud social y económica en la Edad Moderna, y conciencia política y densidad cultural en el Mundo Contemporáneo

También pretende ser un toque de atención a los poderes públicos sobre la decadencia de la vida campesina, que comienza en los años sesenta, y el acelerado despoblamiento del rural. Uno no entiende como la administración mira impotente hacia lo que fue nuestro pecho nutricio (debajo de cualquier gallego late un corazón campesino), convertido hoy, aceleradamente, en un paisaje despoblado y asilvestrado sin apenas muestras de cultivos ni huertos.

Yo me imagino que la propuesta de fusión entre ambos ayuntamientos deriva de la imposibilidad de sostener servicios dignos en un territorio cada vez más despoblado. La población de los municipios apenas alcanza a una de las antiguas parroquias. Pero puestos a proponer alternativas uno imagina que las soluciones debieran tener en cuenta dos aspectos: el criterio de los expertos y la democracia.

Sería necesario tener en cuenta el parecer de un comité de expertos que estudiara fórmulas económicas, administrativas, empresariales y laborales para sustituir la cultura agraria tradicional por un nuevo agrarismo-artesanal que fijara población en el territorio y diera nueva vida a las comunidades rurales. Y sería igualmente necesario que cualquier alternativa se basara en la democracia.

Los expertos deben ofrecer alternativas, pero son los vecinos, los que siguen viviendo en el rural, los que deben elegirlas, al fin y al cabo, son los que tienen las batuta, nosotros tocamos de oído.