En la calle San Miguel se encuentra La Flor de Orense, un local veterano en la hostelería de la ciudad que ha resistido a la dura crisis que llevó al cierre a muchos otros locales con solera. Desde hace solo unos días Carlos Rivero, hijo del fundador, se ha hecho cargo del negocio, tras la jubilación del padre. Él se ha criado en el bar y sabe que, ahora, los tiempos ya no son lo que eran antaño. «Este bar lo abrieron mis padres en el año 1985, yo aprendí el negocio desde pequeño pero ahora son malos tiempos para la hostelería, la gente sale menos, esto está complicado», reconoce.
Situado en plena zona de vinos, en el casco antiguo de la capital, el negocio tiene su momento más álgido las noches de los viernes y los sábados. «Sobre todo estamos enfocados a las copas, los fines de semana», cuenta el nuevo dueño, que asegura que aunque con su llegada al local la clientela se ha vuelto más joven, siguen conservando algunos usuarios de los de toda la vida. «Tenemos gente que viene todos los días, pide su bebida de siempre, le gusta que le des algo de charla y se va». Carlos, sin embargo, no tiene claro que el bar aguante otros 32 años, aunque cree que la presencia de tantos locales cerca no es el problema. «Bares cuantos más haya mejor, la competencia es buena, el problema es que la gente ahora tiene menos dinero», sentencia.