La lucha para que un niño ourensano pueda crecer

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

La familia de Ismael recoge tapones para pagar un tratamiento médico que el Sergas le niega

13 sep 2014 . Actualizado a las 16:50 h.

Ismael Carballo Cabanelas tenía problemas ya antes de nacer. Le diagnosticaron retraso de crecimiento intrauterino. Vino al mundo el 23 de abril del 2009, con 37 semanas de gestación y un peso de 2,200 kilogramos que le obligó a permanecer en la unidad de neonatos 17 días. «Medía 44 centímetros e era tan pequeniño que ó principio non lle dábamos importancia a que non collese máis peso nin levase o ritmo normal de calqueira neno», comenta Rocío, su madre. Pero a los tres meses los escasos avances se frenaron por completo. Antes de cumplir el año en el CHUO empezaron a realizarle pruebas para corroborar que tenía déficit de la hormona de crecimiento y solicitar al comité médico de evaluación del Sergas que autorizase el tratamiento. Hasta en tres ocasiones se pidió desde Ourense y otras tantas recibieron contestación negativa de Santiago.

«Por recomendación dos propios médicos de aquí decidimos trasladar o expediente do neno a Santiago porque nos dixeron que a ningún neno de aquí llo estaban dando», recuerda la madre. En el hospital compostelano solo lograron más negativas. O eso les dijeron. «Nunca nos quixeron dar un papel, aínda que o pedimos; a resposta verbal deles era que as probas de Ourense foran mal feitas e que iba a ser moi difícil darlle a volta a ese historial de Ourense, e despois de que nola denegaran por terceira vez dixeron que desistíramos porque non a íamos conseguir», relata Rocío Cabanelas.

Pero la familia no se resignó. «No hospital puxéranlle catro dosis de proba, e respondeu ben porque alteroulle a hormona», señala la abuela materna. Así que buscaron una clínica privada, allí mismo en la capital gallega, para que Ismael pudiera recibir el tratamiento. Comenzó en julio y en escasos dos meses ha crecido 4,5 centímetros. Pero además ha ganado masa muscular, con lo que es capaz de realizar actividades que hasta ahora no podía hacer si no era con ayuda, y también está empezando a hablar.

Todos en paro

El problema es que ese tratamiento es caro y está fuera del alcance de la familia. Las inyecciones para los seis primeros meses superan los 1.800 euros, a lo que hay que sumar el pago de un transporte especial que les acerca los inyectables y el coste de las consultas y las pruebas periódicas que es necesario hacer.

La madre de Ismael está en paro y no tiene ninguna prestación, al igual que dos de sus abuelos. Los otros dos ingresan 600 euros y 500 euros, respectivamente.

La parte positiva es que esa situación de desempleo les permite dedicar todo su tiempo a buscar tapones de plástico. Con su venta para el reciclaje intentan lograr el dinero para continuar comprando las inyecciones. Los carteles que han colocado en los establecimientos del concello de Barbadás, especialmente en A Valenzá, dan resultado y están muy agradecidos por ello. También se han movido por la capital ourensana para buscar la solidaridad de los ciudadanos y hoy estarán en el hipermercado Carrefour dando a conocer su caso. La solidaridad vecinal ha dado sus frutos. En la casa familiar de Sobrado se acumulan 17 gigantescos sacos de 400 kilos cada uno por los que la fábrica de Pontevedra que les compra este material le pagará 200 euros por tonelada. Eso implica que todo lo recogido no alcanza para cubrir el primer semestre de un tratamiento que Ismael podría necesitar hasta los 13 años. La familia asegura que lo intentará todo para que el pequeño salga adelante.