Dentro de las múltiples variantes del espectro autista, hay niños que, aunque comiencen más tarde de lo habitual, son capaces de dominar el lenguaje hablado. Pero también los hay «no verbales», es decir que no desarrollan esta forma de comunicación. En el pasado incluso se les llegaba a diagnosticar como sordomudos y a practicarles implantes cloqueares por esa confusión. Sin embargo estos autistas no verbales también son capaces de comunicarse. Lo hacen a través de un sistema de gestos específico para personas con autismo, diferente del lenguaje de signos de los sordos. También existe un sistema de pictogramas que se usan en el entorno escolar y que en los últimos tiempos están intentando introducirse en otros ámbitos sociales, como las cafeterías o los concellos, para facilitar la vida a estas personas.