Inocentes

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

ANTONIO PASTOR

08 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es mejor que haya cien culpables en la calle que un inocente en prisión. Y estoy dispuesto a subir la apuesta, porque la dignidad de una persona no es medible con baremos políticos. Ningún motivo, por noble que parezca, justifica el daño a un inocente. Ni siquiera aquel aducido en la condena a Jesucristo: «Conviene que un hombre muera por todo el pueblo». Sin embargo, las noticias de inocentes encarcelados se multiplican. Una búsqueda en internet sobre individuos encarcelados por violación y finalmente absueltos arroja trescientos mil resultados. El último caso, el de un hombre que pasó quince años en prisión por este motivo, se conoció la semana pasada. Algunos se hicieron famosos hace ya tiempo. Pero no son los únicos.

Muchos penalistas dicen conocer a uno o varios inocentes encarcelados. Se quejan de la inversión creciente de un principio fundamental: el de la carga de la prueba. Piensan que se hace recaer sobre el acusado la demostración de su inocencia, en lugar de considerarlo inocente mientras no se evidencie lo contrario. Además de los errores humanos casi siempre evitables —falsas memorias, instrucciones poco rigurosas— y otras maldades como las pruebas y testimonios inventados, los abogados aducen que el encarcelamiento de inocentes se ha acelerado por los llamados juicios mediáticos que deciden culpabilidades antes que los jueces, como ocurrió con Dolores Vázquez en el asesinato de Rocío Wanninkhof o con el cardenal Pell, acusado de pederastia. Ambos pasaron más de un año en la cárcel.

Pell fue absuelto con el voto favorable de los siete miembros de la Corte Suprema australiana, pero ni eso ni su muerte sirvieron para revertir la sentencia mediática previa.