Ni un «pen» podemos fabricar

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar ECONOMISTA

OPINIÓN

XOÁN A. SOLER

06 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante los 80, Europa aún era capaz de fabricar aparatos de vídeo. Poco duró. Lo mismo sucedió con los televisores, con los ordenadores, con los móviles. Al llegar Microsoft, Google, Amazon, Twitter, Facebook, ChatGPT, Europa ya ni cuenta en esta liga. En cuanto al aparataje, Asia nos derrota por goleada. Esta es la dura realidad. Ahora nos hemos embarcado en la economía circular, precisamente cuando los europeos menguamos en proporción y PIB. En el 2050 tal vez tendremos una economía circularísima, pero seremos irrelevantes, mientras nuestros competidores crecen en todos los parámetros que determinan el liderazgo mundial.

Despertemos: nuestra pequeña península del gran continente euroasiático pierde puntos a borbotones. En la UE hay más de 50 partidos de gobierno y bastantes más de oposición. 27 Estados con diferentes sistemas universitarios y de investigación. Así es imposible articular una estrategia de regeneración al servicio de una economía social de mercado única en el planeta. La milagrosa inercia emprendida y continuada durante los siglos XVI a XX se agota a causa de diversos factores, pero sobre todo por nuestro cantonalismo.

Las instituciones que gestamos para acabar con las guerras fratricidas y encarar la amenaza soviética ahora intentan asumir retos como la integración de repúblicas orientales, introduciendo en este endeble cuerpo social más fraccionamiento. En este marasmo nadie asume que precisamos integración ciudadana desde la base para al menos intentar mantenernos en pie y defender nuestro modelo democrático y social. Sin éxito económico global es imposible sostener dicho modelo, y para alcanzar ese éxito precisamos universidades y centros de investigación de la escala y densidad de nuestros competidores, igual que un ejército integrado que estimule la mejor ingeniería, un mercado único de verdad y no fragmentado.

Podemos sancionar a Google o a Amazon, pero pronto llegará el momento en que el atomizado mercado europeo sea marginal para sus planes de negocio. Año tras año nuestro PIB desciende su peso a escala internacional. Enfrascados en nuestras singularidades, nos encaminamos hacia una especie de Europa neomedieval que no podrá atender como ahora a sus escasos hijos ni a sus numerosos ancianos. No somos capaces ni de fabricar un pen a precios internacionales. Unirnos más y mejor respetando nuestra diversidad es la ecuación que debemos resolver cuanto antes. Para eso, el florecimiento de entidades sociales, culturales, profesionales, empresariales y políticas europeas resulta indispensable. De nosotros depende.