El cuco y la lluvia

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

29 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Al abrir la ventana me sentí saludado por cientos de pájaros urbanitas, casi de piso, piadores de melodías básicas que alegran la vida. Con su música desacompasada, que tanto he disfrutado siempre, me alcanzó un recuerdo al que vuelvo casi todas las primaveras: una mañana como la de ayer, de bachillerato, en la que me había levantado pronto para estudiar y, al llegarme el concierto de los pájaros, suspiré por amaneceres como aquel pero sin exámenes. No sabía lo que pedía.

Hace diez o doce días escuché por primera vez el cuco este año. No sé si me retrasé yo o se retrasó él, pero fue otro momento de sensaciones apretadas en la garganta, dulces y sanadoras. Porque la naturaleza siempre sana. La naturaleza es fiel a la naturaleza, no conoce el mal, se comporta con arreglo a las demandas de su esencia, como diría un poeta alemán. No se traiciona ni traiciona. Para envilecerla se necesita el concurso de la libertad humana. De nuestra idiotez engreída que, queriéndose transhumana, se abisma en lo infrahumano. Pero el cuco llega todos los años, con su puntualidad sin exageraciones, para recordarnos que todo sigue igual, como una última referencia, la más elemental, que apunta hacia el infinito. «Cu-cu», cantaba un cuco. «Cu-tapa-cu», respondía otro en un gallego que nos hacía reír de niños.

En tiempos de cháchara infinita y contradictoria, también en nuestros monólogos interiores, la naturaleza desintoxica. Nos pone en relación con lo cierto, con lo seguro. Un baño de naturaleza tiene algo de purificador. Me contó un amigo, muy extrañado, que le había cogido un chaparrón en el campo y decidió dejarse mojar, empaparse de lluvia. «De pronto, sentí que me limpiaba», dijo. Buen puente.