¡Que viene el populismo de derechas!

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

22 nov 2016 . Actualizado a las 09:57 h.

Se aprecia en la opinión publicada en España y, lo que es peor, en la opinión pública, una progresiva tendencia a normalizar el discurso populista de derechas (el de izquierda no solo está normalizado, sino que es ya la tercera fuerza en el Parlamento). No es infrecuente leer o escuchar estos días comentarios que vienen a decir que, aunque Donald Trump es en lo personal un impresentable, tiene una gran parte de razón en lo que dice. Y hasta intelectuales y creadores de opinión de cierto prestigio se atreven a sostener que ya era hora de que alguien dijera las verdades del barquero e hiciera frente al discurso de lo políticamente correcto en lo que afecta a cuestiones como la inmigración, la globalización o el papel de la mujer. Por ese sumidero empiezan a colarse en España discursos de otras épocas. Hasta tenemos académicos que se pitorrean ya abiertamente del feminismo sin que nadie les diga nada.

Hace casi cuatro años, cuando Podemos no existía y nadie sabía quién era Pablo Iglesias, escribí un artículo en el que auguraba que era solo cuestión de tiempo que en España surgiera un líder al estilo del italiano Beppe Grillo, capaz de rentabilizar con demagogia el hartazgo ciudadano ante unos partidos fosilizados y unos políticos que ni escuchaban, ni entendían. Un año después, el nacimiento de Podemos y el encumbramiento de Pablo Iglesias me dieron la razón.

Me gustaría equivocarme, pero me temo que lo que ahora se está creando en España es un nicho cada vez más grande para el populismo de derechas, a la espera de que surja un caudillo con carisma suficiente -al estilo de la francesa Marine Le Pen- para que prenda la mecha y acabe llegando al Parlamento ese discurso xenófobo, antieuropeísta, antipolítico y machista. España es desde hace años una isla en Europa sin populismo de derechas. En parte, porque el PP tuvo la habilidad de absorber ese voto sin perder el de centro. Pero la situación de debilidad de los populares, su necesidad de pactar con la izquierda y el nacionalismo, y discursos como el que ayer sostuvo la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, anunciando «mano izquierda» con el soberanismo, son el caldo de cultivo ideal para que ese pensamiento ultramontano, que ya no es solo el del bigotito franquista, y que votaba PP porque no se atrevía a enarbolar abiertamente su discurso reaccionario y antiautonomista, salga del armario, enseñe la patita y se crezca al calor de los éxitos de Trump, de Farage o de Le Pen, viendo además cómo desde determinadas tribunas ya no se estigmatizan esas posiciones.

Es cuestión de tiempo, porque los malos vientos que recorren Europa y EE. UU. llegarán aquí sin duda. Conviene ir armándose democráticamente para combatir el fenómeno, porque, de lo contario, podemos acabar en el mal sueño de un Parlamento convertido en un combate político entre el populismo bolivariano y el populismo trumpista, mientras la socialdemocracia y la derecha moderada acaban como meros comparsas.