La energía de los esclavos

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

28 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estraño pobo o noso: 'escravos' que votan ao amo, ao 'señorito', ao cacique, ao que manda, aos de sempre. Pobo alienado e ignorante. Triste». Eso escribió, y luego borró, de su Twitter el diputado de En Marea en el Congreso Fernán Vello, manifestando un malísimo perder. El que, por cierto, ya había demostrado la noche electoral Manuel Barreiro, el coordinador de campaña de la misma coalición.

No es, desde luego, ninguna novedad que destacados nacionalistas reaccionen frente a un fracaso electoral tratando de alienados a los electores que, en uso de su libertad personal y porque les da la real gana, no los votan. Pero ni siquiera Xosé Manuel Beiras, que solía responder de ese modo arbitrario y desabrido tras cada una de sus sucesivas derrotas en las urnas, había llegado a ofender tanto en tan pocas líneas a tantos miles de personas.

Por lo que se ve, Fernán Vello está plenamente convencido de que los que no votan como él son unos esclavos que carecen de libertad para expresar sus preferencias, una masa amorfa de personas sin más voluntad que la de entregarse atados de pies y manos al designio autoritario de sus amos, señoritos y caciques. Unos ignorantes, que no saben lo que quieren cuando acuden a las urnas, porque, si lo supieran, apoyarían al partido que él, que sabe mucho, ha decretado como fuerza representativa de la libertad. Y todo ello a pesar de que los que no votan como él sean muchísimos más de los que, en uso de una libertad que él se atreve a negar a los demás, votan a los suyos.

Además de absolutamente soberbia e insultante, esa curiosa forma de entender la democracia, es decir, de no entenderla en absoluto (los que votan como yo son listos y libres y los que no, son unos ignorantes alienados) impide comprender la realidad. Sí, la pura y dura realidad, incluso en los casos en los que aquella resulta tan tozuda como que para que quien lleva casi cuatro decenios dándose de bruces contra un muro fuese capaz de analizar con rigor y seriedad por qué pasa lo que pasa. De hecho, la explicación de que unos ganen muchas veces y otros pierdan muchas veces reside justamente en la capacidad de los primeros y la dificultad de los segundos para conectar con el país. Por supuesto, parece innecesario argumentar que quien desprecia hasta el insulto a la mitad de los electores de Galicia está en las peores condiciones de llegar a contar con su apoyo alguna vez.

Por si todo ello fuera poco, afirmar que los gallegos son tontos del bote cuando le dan la mayoría a un partido y brillantes cuando esos mismos gallegos se la dan a otro diferente, como ha sucedido en Galicia en diferentes tipos de elecciones, es el colmo, no ya del sectarismo, sino de la más elemental majadería.

Fernán Vello, que es poeta, seguro que conoce un magnífico poemario del cantante Leonard Cohen: La energía de los esclavos. Los que él considera en Galicia como tales demuestran la suya cada vez que, como este domingo, votan libremente.