Posthumanos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

03 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Iñaki Gabilondo entrevistaba al tecnocientífico Jose Luis Cordeiro. El pensador hablaba de sus tesis acerca de lo que él llama la singularidad tecnológica, término semejante al que ya antes otro pensador informático, Ray Kurzweil, hizo referencia en su Hombre autopoyético; ambos señalan la fecha del 2045 como el punto de inflexión donde la humanidad comenzará una nueva era que califican como posthumana.

A la vista del crecimiento exponencial de los avances tecnológicos calculan que en treinta años presenciaremos la muerte de la muerte y alcanzaremos la inmortalidad. El envejecimiento podrá controlarse, las enfermedades que uno vaya a sufrir podrán pronosticarse con un test genómico de tan solo diez dólares y podrán neutralizarse reprogramando el genoma de forma artificial. Dispondremos de un cerebro fuera de nosotros mismos -algo parecido a la nube dónde hoy guardamos los datos de los ordenadores- con el que podremos superar el pensamiento lineal que ahora manejamos para disponer de un pensamiento cuántico y tridimensional que dejará obsoletos el sí y el no, pudiendo procesar los «depende, quizás, tal vez, puede que sí o que no» - en esto los gallegos ya son algo posthumanos-.

La superación del pensamiento paleolítico permitirá suprimir emociones y sentimientos como la culpa, la vergüenza, el odio o los celos; el lenguaje que hablamos como hecho diferencial de nuestra especie dejará de ser el medio de comunicación habitual para pasar a comunicarnos a través de la telepatía, tanto entre nosotros como con algunos animales. Prescindiremos de energías que no sean la solar, no nos comeremos ningún animal porque nuestra alimentación será tan completa como artificial y a la carta. La reproducción será programada y también a gusto del consumidor, el sexo virtual más placentero que en 3D y cualquier anomalía podrá curarse trasplantando el órgano afectado que, a partir del 2045, serán artificiales. Seremos pues, potencialmente inmortales.

Claro que un accidente o un crimen podrán matarnos, pero en ese caso siempre quedará el recurso de la hibernación, que nos permitirá estar congelados hasta que se puedan reparar los daños irreversibles.

Se avecina según estas profecías científicas una posthumanidad en la que habitarán tres tipos: los inmortales, los mortales -siempre como una elección personal- y los congelados. Da que pensar porque estas cosas que parecen de ciencia ficción, siempre acaban siendo ciencia real. Espero no llegar a verlo porque no me resulta nada atractivo ser inmortal ni estar congelado. Y si hay que elegir ser mortal, prefiero hacerlo comiéndome un buen chuletón.