Podemos y el mundo viejuno

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

11 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de mi escasa capacidad para el análisis electoral, tengo la impresión de que la mayoría de las interpretaciones que se han hecho sobre los resultados electorales de Podemos, Mareas y grupos afines, son interesados. Muchos analistas políticos nos los han presentado como grupos antisistema, de tendencia bolivariana y, en el colmo de la maldad, surgidos en la Universidad. Según esa interpretación, son un producto de márketing, que un grupo de comunicación ha puesto en el mapa político español, y su inexperiencia puede llevarnos al caos. Veamos. No quisiera centrarme en porque la sobreexposición informativa en algunas televisiones no ha mejorado los resultados del partido de gobierno, ni tampoco en el papel que los partidos tradicionales han tenido en el nacimiento de nuevas fuerzas, lo que me interesa subrayar es que una cosa es no compartir los objetivos de un partido, y consecuentemente no votarle, y la otra negarse a interpretar una realidad que está ahí, porque aceptar ese diagnóstico supone admitir que varios millones de españoles se han convertido en peligrosos agitadores antisistema. Conozco profesores de más de cincuenta años que votan a esas fuerzas y algunos de mis alumnos también lo hacen; he hablado con hosteleros sesentones que les apoyan, como también hace alguno de mis sobrinos y el último taxista que cogí; ¿Están los comunistas bolivarianos agazapados en nuestras casas esperando el momento de la revolución? ¿Se ocultan en los taxis quienes quieren romper España? Pues no, y resultan tan patéticas como viejunas las interpretaciones catastrofistas de esa nueva realidad. En este país existe una parte de la población que está harta de políticos ineficaces cargados de privilegios y que está enfadada con las consecuencias de la crisis; tal vez hayan votado a Podemos con el corazón. Pero existe también mucha gente, mayoritariamente joven, que se rige por otros códigos, tiene otros valores y otras formas de relacionarse; no son mejores ni peores, simplemente creen que las cosas se pueden hacer de otra manera y ese anhelo explica los resultados de Podemos y partidos afines. Ignoro si las siglas seguirán ahí mucho tiempo, pero creo que esos votantes han llegado para quedarse porque votan con la cabeza. Piensen, por ejemplo, en el alcalde de A Coruña al que, por cierto, no conozco personalmente. Parece un tipo normal que nunca ha vivido de la política y que está considerado como un buen profesor. Aparenta ser de una familia también normal y su entorno familiar es de trabajadores. Por lo que sé, no va por los Cantones con la bandera de la revolución atizándole con el mástil a la gente. Lo hará bien o mal, cometerá errores, en sus listas habrá gente más o menos preparada pero, si soy sincero, yo no lo veo pensando en destruir nuestra democracia. Solo un mundo viejuno, de gente temerosa de perder sus privilegios, que solo se relaciona con su entorno más próximo, puede interpretar lo que está ocurriendo como una amenaza. Solo un análisis sectario de esta nueva realidad puede intentar que creamos que profesores, hosteleros, el taxista y uno de mis sobrinos quieren acabar con nuestro futuro. Por cierto, se lo he preguntado a mi sobrino y me ha dicho: «Tío, tú eres tonto». Podemos votarles o no, pero no negar lo evidente.