Monstruos en el mapa político

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

29 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Como dirían en mi pueblo, las elecciones las gana y las pierde cualquiera. Lo complicado es administrarlas después. Y en esas estamos. El PP, en la contradictoria situación de haber ganado y estar sufriendo como si hubiera perdido. El PSOE, en la feliz coyuntura de haber cosechado menos votos que nunca y plantearse la vida como si hubiera alcanzado una victoria histórica. Los nuevos, Podemos y Ciudadanos, tuvieron un resultado interesante, pero insuficiente, y son los que van a distribuir el poder según su antojo, su conveniencia e imponiendo las condiciones que se les ocurran. Podemos puede dar el poder al PSOE hasta el punto de teñir de rojo el mapa de España. Ciudadanos puede permitirse el lujo de dar el gobierno de Madrid al PP y el de Andalucía al PSOE, con lo cual nadie le puede llamar marca blanca de nadie.

Interesante cuadro, pero del que salen figuras deformes. Ya tenemos unas cuantas. En Barcelona, la señora Ada Colau se considera alcaldesa con solo 11 de los 41 concejales de la corporación y entiende como pacto contra natura cualquier acuerdo que la apee de la alcaldía. En Navarra, el pacto de la izquierda más radical le hace ver a la anterior presidenta, Yolanda Barcina, una situación como la alemana pre-Hitler. En Madrid, la señora Aguirre entiende que el tinglado construido en torno a Podemos viene a enterrar la democracia. Y la misma señora Aguirre propone al día siguiente un gobierno municipal de concentración, con la única condición de que Manuela Carmena no cree sóviets en los barrios.

¿Tan dramático es todo? Alemania pre-Hitler, sóviets de barrio, democracia en peligro, nacimiento de frentes? Por si faltara algo, se oyen voces de empresarios que hablan temerosamente de «nuevo comunismo», que filtran noticias de paralización de inversiones o que aprovechan una caída de la Bolsa para transformarla en miedo del capital y llevar ese miedo a los votantes. Si eso se está diciendo ahora, ¿qué se diría en el supuesto de una victoria de los nuevos en las elecciones generales? Pues hay que tenerlo previsto, porque puede ocurrir si el señor Rajoy no acierta en los cambios que piensa acometer.

Quizá haga falta una voz con suficiente autoridad moral para reconducir la opinión pública en tres sentidos: serenar los ánimos, recordar que todo el mundo que sale de las urnas tiene derecho a experimentar su proyecto y que quizá no venga mal ese impulso de saneamiento de la vida pública que aportan las nuevas formaciones. Y si son tan malas como se dice, plantear una política mejor para ganarles. Desde luego, boicotearlas con la formación de frentes no parece la mejor solución. De momento, a Manuel Carmena ya la han convertido en icono de la izquierda real.