Jugar con fuego con riesgo de quemarse

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

30 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

L a decisión de la presidenta de la Junta de Andalucía de cerrar de forma abrupta la legislatura tiene múltiples lecturas, pero posiblemente la más relevante es la manifestación explícita de las dificultades que tiene el PSOE para gobernar con las fuerzas que están a su izquierda. Como la presidenta no ha esgrimido razones de suficiente entidad como para justificar una decisión de la trascendencia como la que ha tomado, lo que queda es la sensación de la incapacidad de la izquierda para lograr Gobiernos estables que de verdad cambien las cosas.

Y ese es un mensaje demoledor en un año cargado de procesos electorales porque transmite la idea de que la izquierda -PSOE, Izquierda Unida y Podemos en el ámbito estatal- no va a ser capaz de lograr acuerdos de Gobierno. Ganará las elecciones, pero le dejará el poder al Partido Popular.

El espacio electoral de la izquierda ya estaba fragmentado y ahora lo va a estar más. Por eso es muy improbable no ya la mayoría absoluta, sino que cualquiera de los partidos de este campo ideológico sea la primera fuerza en votos por esa pluralidad de opciones. Hay que recordar que no lo fue en Andalucía hace tres años porque en las elecciones del 2012 la fuerza más votada fue el PP de Arenas.

El PP va a perder la mayoría absoluta en casi todos ayuntamientos y en todas las comunidades autónomas pero, aun así, en muchos de ellos será el partido con más votos, porque el voto de la derecha -desactivada la fusión de UPyD y Ciudadanos- se concentra en un único partido.

La presidenta de la Junta de Andalucía sabe, mejor que nadie, que su partido no va a alcanzar la mayoría absoluta el próximo 22 de marzo. A lo máximo que aspira es a superar al PP y colocarse como primera fuerza. Y de ahí surge una pregunta: ¿Cómo piensa conformar una mayoría que sustente a su Gobierno en el Parlamento andaluz?

Sería difícil de entender que el día 23 volviese a formar Gobierno con Izquierda Unida y aún parece más improbable un acuerdo con Podemos. Pero si renuncia a un acuerdo con la izquierda solo le queda una alternativa aritmética: un Gobierno en minoría apoyado en la abstención del PP en los temas ordinarios y con su apoyo directo en las cuestiones que requieran mayoría absoluta. Una especie de ensayo vergonzante de la gran coalición que algunos andaluces ilustres de su partido llevan tiempo predicando.

Da miedo solo pensarlo, especialmente por las consecuencias que tendría para el PSOE en el conjunto de España un acuerdo tácito de este tipo. La práctica desaparición de su partido hermano en Grecia, el Pasok, por gobernar con o desde la derecha es un ejemplo tan dramático y tan próximo que debería hacer reflexionar a la presidenta en funciones de la Junta de Andalucía antes de tomar ese camino. Son los riesgos de jugar con fuego, uno puede acabar quemándose.