Ucrania no es Chechenia

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

07 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Que Ucrania no es Chechenia parecía evidente hasta hace unos meses. Si bien ambas fueron miembros forzosos de la Unión Soviética, Ucrania pudo alcanzar su independencia en 1991, al menos formalmente, mientras que, el entonces presidente ruso Yeltsin, se negó a concederla a Chechenia, por sus recursos petrolíferos. El que Ucrania sea eslava y cristiana le granjeó un trato más favorable frente a la oriental Chechenia, mayoritariamente caucásica y musulmana, percibida de manera hostil, pero no impidió la injerencia rusa en ninguna de las dos.

En Chechenia, Rusia optó por un implacable enfrentamiento armado aún no resuelto. En Ucrania, prefirió influir en la política a pesar de que, en 2004, como consecuencia del pucherazo que dio la victoria al candidato pro ruso Yanukóvich frente al más nacionalista Yúshchenko, el pueblo ya mostró su disconformidad en la Revolución Naranja. Nueve años después, el rechazo de Yanukóvich a firmar un convenio con la UE volvió a echar a la calle a los ucranianos, forzando su dimisión.

Putin, aspirante a zar y digno heredero de los mejores métodos soviéticos, no quiso perdonar y, mucho menos perder su influencia sobre su granero particular. Por ello, ha ido dando golpes de gracia para hacerse con Crimea y ayudar a los rebeldes pro rusos. Y lo ha hecho con subterfugios, de manera ladina, confiando en que la reluctancia de Obama a usar la fuerza le daba carta blanca frente a una UE reblandecida. La reunión de la OTAN en Gales es una clara señal de que «no es así» y en esta ocasión la UE no está dispuesta a dejar sola a Ucrania, a pesar del alto precio a pagar. Y es que Ucrania no es Chechenia.