¿Regeneración o pucherazo?

Javier Losada de Azpiazu. Senador del PSOE

OPINIÓN

03 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

¿A lguien se imagina a Cameron cambiar la ley electoral para no tener que seguir gobernando en coalición electoral, a escasos meses de su convocatoria? ¿Alguna persona cree que a Merkel, ante la pérdida de su mayoría absoluta, se le hubiese ocurrido cambiar las reglas de juego y así evitar tener que formar un Gobierno de coalición? ¿Puede pensarse que en Italia el cambio electoral no fuese consensuado, para hacer unas elecciones en igualdad? Podría seguir citando países y líderes democráticos, seguro que todas las respuestas llevarían un no rotundo.

Pues bien, aquí, el Gobierno del PP, a escasos meses de la convocatoria electoral quiere hacer una reforma que cambia las reglas del juego, que altera el sistema proporcional que indica nuestra Constitución, que favorece a una fuerza en detrimento de las demás y de los acuerdos y diálogos democráticos poselectorales, y además lo quiere hacer sin consenso.

El problema no está en la elección directa o no de un alcalde. Cuestión sobre la que, con debate, seguro que los partidos llegarían a acuerdos de cómo hacerlo. El verdadero problema es otro, es de profundidad democrática. Radica en alterar las reglas sagradas de una democracia: cambiar al antojo de las necesidades del partido del Gobierno, la ley electoral. Y no solo eso. No hacerlo al principio de un mandato, para que todos sepan a qué atenerse a lo largo de cuatro años. Si no hacerlo al final, en el último respiro.

¿Qué pensaran nuestros socios europeos de la calidad democrática de quien altera la ley electoral de la misma forma que lo hacen los países seudodemocráticos, autocráticos? ¿Cómo se puede sustentar que es regeneración democrática darle a un partido más valor que a los demás, o que el 40 % sea más que el 60 %? ¿Dónde queda la democracia del acuerdo, del consenso, de los pactos, de las coaliciones? ¿Por qué es más eficaz un gobierno de mayoría que un gobierno de coalición o en minoría? Italia, Alemania, Gran Bretaña, Holanda? son coaliciones, miles de ayuntamientos europeos también. ¿Necesitan ellos también regenerarse?

Nuestra ley electoral, aprobada por amplia mayoría, ha permitido gobiernos en mayoría, en minoría, en coalición, triunfos y derrotas de los diferentes partidos. Ha servido para alternancias y, en ningún caso hasta ahora, suscitó al Gobierno de turno cambiar la ley electoral sin contar con los demás grupos políticos, porque los resultados electorales le podrían ser desfavorables.

Es cierto que a lo largo de los años diferentes partidos llevaron en los programas electorales, cambios en esta ley. Pero todos en la línea de incrementar la representación, favorecer la presencia en relación a los votos, adecuar votos a escaños, nunca potenciar las mayorías contra el deseo de los electores de votar a diferentes formaciones.

Hablar de regeneración democrática y querer limitar la capacidad de acuerdos, producto del diálogo y de los resultados electorales, no casa. Decir que es regeneración democrática propiciar una alteración del resultado electoral para reforzarse en el poder, ante la posible pérdida de votos, bajando el listón de la mayoría absoluta, no solo suena raro, es inaudito en la acción política democrática. Decía sobre nuestra ley electoral que permitió gobiernos municipales de muy distinta tipología. Y alternancias. Hubo dos momentos peculiares, las elecciones municipales de 1995 y las del 2011, donde el Gobierno socialista intuía que perdería miles de ayuntamientos y la práctica totalidad de las capitales de provincia. ¿Se le pasó por la cabeza variar la ley electoral para favorecer más partidos y así evitar mayorías? No, aceptó democráticamente el resultado.

Esa es la verdadera regeneración democrática electoral, el resultado de las urnas, el dialogo y los acuerdos en función de los votos. Y también los cambios electorales con amplias mayorías y al inicio de la celebración del partido, por supuesto.