Los primeros 20 años del Xacobeo

Cristóbal Ramírez AL DÍA

OPINIÓN

23 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Se cumple el 20 aniversario de la declaración del Camino de Santiago (el Francés) como patrimonio de la humanidad. Y ello cuando el próximo año santo está a la vista, aunque no cerca: en el 2021. Los expertos alzan su voz para que la Xunta empiece a moverse, ya que la experiencia indica que se necesita tiempo para elaborar un buen programa, y eso exige salir del ciclo electoral y programar con vistas al futuro. En 20 años ha habido luces y sombras, pero aquellas han sido más numerosas que estas. Entre los grandes aciertos, la creación del Xacobeo. Si el año santo es competencia exclusiva de la Iglesia, que así declara aquel cuyo 25 de julio, día de Santiago, cae en domingo, la Xunta creó un programa de dinamización sociocultural desde la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo. Con el borrón del 2010, año santo en el que se dedicó a organizar conciertos de rock y similares, abandonando el Camino en una gestión errática, desaforada y derrochadora, los otros 19 años el Xacobeo fue punto de referencia para los miles de voluntarios que se agruparon en todo el mundo en asociaciones de amigos del Camino.

Pasado ese tiempo, la Xunta considera que el Xacobeo tenía que ceñirse al Camino en sí. Ya no hace falta -dice- gestionar el arreglo de la carretera de O Cebreiro a Sarria o traer a figuras de la música moderna. Hay que centrarse en la Ruta. Y por eso el Xacobeo va a ver reducido su tamaño, teóricamente a partir del 1 de enero. Ese repliegue, aplaudido por personas vinculadas al Camino, conlleva riesgos. Voces tan autorizadas como la del catedrático García Iglesias (alma máter de las grandes exposiciones históricas sobre el Camino) manifestaron esa preocupación, hasta el punto de que la directora de la Axencia Galega de Turismo, Nava Castro, salió a asegurar que el Xacobeo -que depende de ella- continuará en primera línea. El propio alcalde de Paradela (del PP) tampoco ocultó esa preocupación.

Santiago se ha convertido en un destino con muchísima más fuerza que antes de 1993. Es conocido desde Sudáfrica hasta Japón. La economía local ha experimentado un gran avance y el propio Ayuntamiento se muestra muy activo buscando mercados emergentes. El punto negro es todavía el inconcluso debate sobre el uso de las plazas. Los fuegos de la noche del 24 de julio no están en cuestión, pero mítines, fiestas varias y verbenas en la Quintana desvirtúan la imagen de la ciudad, que ofrece otros lugares para los festejos.

El Consorcio de Santiago es otra clave de la recuperación de la ciudad, alejando el ladrillo y el cemento de su impoluto casco histórico. Sus sucesivos gerentes -y desde luego la actual, la mugardesa María Antón- han mantenido un perfil institucional y un empeño en hacer las cosas bien. Gracias al Consorcio la ciudad es como es. El suave recorte en su presupuesto para el 2014 no puede considerarse una buena noticia. En su relativo debe, el que se centró siempre en la ciudad, a pesar de que los alcaldes del Camino Francés reclamaron que sus municipios fueran incluidos en el organismo y en sus inversiones.

A pesar de la insistencia de entidades como la Asociación de Periodistas del Camino, fue imposible que los partidos firmasen un acuerdo a nivel español para dejar la Ruta fuera de la discrepancia política (sí lo hubo en Galicia en tiempos de Vázquez Portomeñe). Ni al PP, ni al PSdeG, ni al BNG les interesó. La consecuencia es que el Consejo Jacobeo languidece y Galicia pierde peso en el conjunto de comunidades jacobeas, y estas, en España.