La recuperación del Códice Calixtino fue un gran éxito policial, que ayer solemnizó el presidente del Gobierno. Por este motivo aprovecho esta columna para dar mi más sincera enhorabuena al Cuerpo Nacional de Policía, y por otro lado para criticar a los responsables de la custodia de tantas joyas de incalculable valor. Dios da pan a quien no tiene dientes. El caco en cuestión tenía más de 1.200.000 euros en su poder, lo que, coincidirá conmigo cuanto electricista lea estas líneas, no está al alcance de ningún miembro de tan honorable gremio. Las obras de arte que habrá sustraído y vendido para obtener tal cantidad de dinero, aparte de lo que hurtaba de los cepillos, solo lo sabrá él, aunque puestos a llamar a las cosas por su nombre, también debieran saberlo los responsables catedralicios, los cuales dan la impresión de estar en la inopia, máxime cuando el individuo se llevó piezas de la seo incluso después de la sustracción del manuscrito. ¿Si hubiesen denunciado en su momento todos y cada uno de esos hurtos se habría evitado el robo del incunable? ¿Y qué es eso de que el Dioni compostelano tuviese todavía en su poder las llaves de acceso a dependencias de la catedral? He visto películas de los hermanos Marx mucho más serias.