El cine de la crisis

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

17 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Tengo ante mí un ránking de las películas en cartelera según la valoración de los críticos, que en nada coinciden con las más vistas, como casi siempre. De las diez primeras he visto siete y voy a sintetizar mi percepción de ellas. Todas aportan valores éticos o relatan problemáticas actuales en el que las personas son el centro del guion. La amistad y la lealtad frente a situaciones depresivas por no enfrentarse al cambio, la lucha por la justicia de los otros hasta arriesgar la vida propia, la recuperación de la unión familiar ante el sufrimiento común, el compromiso con la naturaleza frente a la especulación urbana, la acogida de un emigrante desprotegido por una sencilla comunidad local, el empeño en restaurar la honestidad injustamente perdida, la reacción ante la manipulación de la verdad y de la persona por un grupo de poder, y otras tres que no he podido ver todavía. Queda alguna violencia excesiva por el medio, pero la sexualidad se trata como algo natural, sin estridencias, los personajes son hombres y mujeres normales, en su mayoría buenas personas, y están ausentes situaciones hasta hace poco dominantes: la competitividad a cualquier precio, la violencia como excipiente natural de la conducta, el éxito como guía del comportamiento, las aberraciones de cualquier tipo, la deforme marginalidad, un fin justificador de todos los medios o las peores patologías sociales y personales.

No sé si será casualidad, pero si el cine es un buen reflejo de la sociedad, que escenifica sus más profundos intereses, habría que pensar que algo está cambiando. La vuelta del cine europeo tal vez tenga algo que ver, pero sobre todo, me parece excepcional que la película más bella, más emotiva y más valiosa de todas sea una obra maestra de un nuevo cine mudo. Nada más lejos de la servidumbre a la imagen prefabricada. Si esta autenticidad no fuera tan solo una casualidad, estaríamos ante un buen síntoma, porque la vuelta a los valores personales y sociales es algo que nuestra sociedad precisa con urgencia. También para revisar los equivocados, corruptos y fraudulentos modelos y estilos de vida que la crisis está ayudando a aflorar. No cabe duda de que algunas de las causas del actual descalabro, tal vez las más profundas, estarían empezando a cambiar. Yo lo celebraría, y no ceo que fuera el único.