La capital verde europea

OPINIÓN

06 feb 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

V itoria, declarada capital de la sostenibilidad, era una recoleta capital provinciana. En los setenta, la creación de un polo de desarrollo foral pionero cambió las cosas. Muchas empresas agobiadas por las estrecheces de los valles septentrionales trasladaron sus fábricas al primer polígono industrial español. Vitoria fue entonces la ciudad con mayor crecimiento relativo de España, con un planeamiento racionalista ambicioso, generoso y correcto. Nuevos barrios ordenados, con dotaciones, espacios verdes y centros cívicos fueron emblema. Fue la primera ciudad que rehabilitó su marginal centro histórico con una avanzada intervención social y con el primer plan de revitalización en el que yo mismo participé. En los ochenta el crecimiento siguió ordenado, peatonalizando el ensanche decimonónico y las avenidas centrales del siglo XX.

Se trazaron bulevares verdes, corredores arbolados de borde, sendas de peatones y ciclistas y parques de proximidad. Nuevos polígonos, el primer parque logístico español junto al nuevo aeropuerto, la capitalidad vasca y otros factores dinamizaron la economía urbana. La creatividad cultural, la sostenibilidad y el anillo verde pusieron marca a la ciudad. Un anillo ecológico rodea a la ciudad, con espacios naturales, lagos artificiales, áreas de biodiversidad, deportivas, áreas rurales, huertos urbanos, y un enorme corredor peatonal y ciclista conectado radialmente con el corazón de la ciudad en todas direcciones. Es la urbe más sostenible de España, donde la densidad de población, el cómputo de espacios verdes de proximidad y periféricos, los árboles por habitante, emisión de CO2, calidad del aire o ruidos mejoran las medias europeas.

La población se mueve en tranvía, a pie o en bicicleta; los coches participan minoritariamente en la movilidad y los habitantes pasean, disfrutan y compran en un entorno muy humanizado, sostenible, atractivo y con un fuerte compromiso. Es una ciudad con una tasa de paro aceptable. Tendríamos mucho que aprender de los alaveses y de los vascos en general.