Agustín Fernández Mallo: «La generación Nocilla no existe»

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Dice que nunca pidió ser líder de algo que es solamente una acuñación mediática, y que lo único que los vincula es una forma de leer el mundo

22 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Pese a su insoslayable alma de científico, hace tres años que pidió la excedencia de su empleo en el ámbito de la radioterapia aplicada al cáncer en un hospital de Mallorca (que lo ocupó 20 años) y ahora dedica la plenitud de sus días a la literatura. Es más, vive de la literatura. Limbo, la nueva novela del poeta Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967), llega hoy a las librerías y él se siente feliz de poder trabajar en lo que le gusta, pero sobre todo del modo en que le apetece. «Hay algo muy difícil para cualquier creador, aunque parezca una perogrullada, y es llegar a hacer lo que realmente quieres hacer, y no verte condicionado por que hayas tenido determinado éxito en un momento dado. No es fácil de lograr y estoy contento por ello».

-¿Cuándo escribe no piensa en el efecto que causará?

-No. Si hay algo que tengo claro es que el mayor acto de respeto que se puede tener para con el lector es ignorarlo. Si piensas en él ya no haces lo que quieres hacer. Tienes que investigar tu propia poética, seguir tu pulsión creativa, estrictamente. Que después gusta, pues fenomenal; que no, mala suerte. El lector no es tonto, y se da cuenta cuando has hecho algo cocinado, preparado para agradar.

-¿Y no siente que su escritura está aislada de la realidad?

-No. La considero profundamente realista. Habla de mi realidad y de cosas que están ocurriendo en el mundo ahora. Me dicen, tu literatura es experimental; bueno, yo no sé si será experimental o no, pero sí es realista. Habla de personas que viven en el planeta Tierra, y de cómo se relacionan. Solo que es una realidad compleja, porque vivimos en un mundo complejo. No voy a hablar a la manera decimonónica, evidentemente.

-¿Está satisfecho con «Limbo»?

-Estoy supercontento porque he seguido investigando lo que a mí me interesa, y de una manera doméstica, en mi casa, al margen del mundillo literario.

-Hay un salto desde Nocilla, del poeta no narrativo que investiga el lenguaje, las imágenes, a un mayor esfuerzo por narrar.

-Un cambio aparente, en la forma. La investigación de la realidad, de los objetos, del lenguaje está presente, pero con otra factura, presentada desde la psique de los personajes, que hablan ellos, no tanto como un mosaico documental visto desde fuera. Detecto temas recurrentes: el extrañamiento respecto a la realidad, en la cotidianidad. Ahora bien, el modo de narrar es otro.

-Su investigación es la búsqueda de los personajes, el viaje, la composición musical...

-Lo novela cuenta lo que ocurre en el limbo, en ese viaje. En mitad de las cosas, la zona importante para mí, impura, de frontera. Es el gran tema, junto con el de las duplicidades, que también planea sobre el libro. El clon, el gemelo, la idea de que viajamos con nuestros muertos al lado, de que nos desdoblamos en muertos a cada instante.

-También está el sonido del fin.

-Es una leyenda que me inventé y que funciona como leitmotiv: el absurdo que nos lleva a perseguir auténticas quimeras, a entregar la vida a una obsesión que acaba destruyendo lo que tenemos. El personaje no se da cuenta de que el sonido del fin quizá está en él, en todos, una especie de eco que producimos por el hecho de ser humanos.

-Su faceta de científico está muy presente en la utilización de los sonidos, de los objetos, descontextualizados...

-Todo lo que existe, desde el teléfono que tengo delante o un cuadro pintado hace cinco siglos, pertenece a nuestro presente, se reactualiza, nos habla del presente. Mi idea de la arqueología no es nostálgica: me vale para redefinir mi presente, no para ver cómo era el pasado. Mi concepción temporal no es lineal sino esférica. El libro está lleno de esto: los objetos tiene su propia epifanía y nos pueden hablar. Solo hay que mirarlos de una manera un poco extrañada, desenfocada. Es lo que hacen las ciencias, o la creación artística: mirar los objetos comunes de una manera en que nadie los había mirado. Cuando Newton ve caer una manzana y establece la teoría de la gravitación universal lo que hace es ver la manzana como nadie la había visto antes. Ahí surge la epifanía. Por qué no va a ocurrir eso con un objeto que acabas de comprar en los chinos. Es lo mismo.

-No puede evitar al científico.

-En la ciencia también hay una poética, porque hay una belleza. No veo distinción entre el impulso que anima a escribir una novela y el que anima a desarrollar una teoría matemática con una aplicación en las ciencias naturales. Para ambas cosas hay que tener imaginación, creatividad. Tener una mirada ingenua para sorprenderte de la cosas, y que estas te digan aún algo.

-¿Qué queda de Nocilla?

-Hay continuidad absoluta. En Limbo están también las digresiones de carácter ensayístico, la reflexión, pero tratadas de otra manera. Las novelas que cuentan una historia, sin más, no es lo que me interesa hacer. Tiene que haber un plus de pensamiento.

-¿Y la generación Nocilla?

-Ni existe, ni existió nunca. Una generación es imposible que exista sin que sus miembros quieran que exista. Fue algo que la prensa cultural acuñó. Lo que sí existió y existe es una corriente de narradores que leímos el mundo de una forma diferente.

-¿A quiénes siente afines?

-Muchos. Jorge Carrión, Eloy Fernández Porta, Juan Francisco Ferré... Cada uno con su estética. Y tratando cosas que no tienen nada que ver unas con otras. Hablo de cómo se lee la contemporaneidad. Hasta ese momento la narrativa española se había quedado un poco estancada.

-¿Se llegó a sentir el líder?

-Jamás. Yo nunca pedí eso. Y no tiene sentido. Es una cosa impuesta. La crítica tiene la obligación de clasificar, y está bien, pero el narrador debe desclasificar.

-¡Borges! Hay algo permanentemente borgeano en su obra.

-Sí. Borges es el autor en que se concentra toda la literatura anterior a él, llega al grado cero y vuelve a explosionar para lanzarla hasta hoy. Es un autor seminal. Me ha influido mucho.