Moncho Fernández, alquimista, profeta y bandera

M.G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

XOÁN A. SOLER

Metódico y apasionado del baloncesto, así definen al técnico que logró el ascenso, la permanencia y ahora el «play off» quienes mejor lo conocen

21 may 2013 . Actualizado a las 20:29 h.

El domingo la afición del Obradoiro rindió homenaje al entrenador, Moncho Fernández, con una singular iniciativa. Las butacas de Sar se llenaron de caretas con la imagen del técnico para que los seguidores las empleasen, a modo de gran mosaico, en los tiempos muertos. Era el reconocimiento a la labor del Alquimista de Pontepedriña, incansable en la búsqueda de la piedra filosofal del baloncesto, en el que vuelca vocación y pasión a partes iguales.

El primer año ascendió a la ACB, el segundo logró la permanencia y ahora prepara el play off. Puede presumir de ser profeta en su tierra o pregonero en la fiestas del Apóstol, de convertirse en una bandera más del obradoirismo. Así lo retratan quienes lo conocen bien.

«Capacidad de trabajo»

Moncho López le abrió las puertas del baloncesto profesional en Gijón. Destaca, por encima de cualquier otra cualidad, «su capacidad de trabajo». «Le gusta tanto el baloncesto -añade- que eso hace que trabaje con mucha motivación y mucha pasión. En su vida privada también es así, una persona comprometida. En lo que respecta al deporte, resaltaría que se decanta por un baloncesto organizado, en el que el papel del entrenador es importante, si bien da mucho margen a los jugadores. En sus equipos se nota la mano del técnico. Todas las fases del juego están regladas. Hay un idioma propio en defensa y en ataque. Esto ayuda a jugar mejor, pero exige un esfuerzo extra de los deportistas para conocer todos esos códigos».

«Pasión en todo lo que hace»

Chete Pazo fue jugador de Moncho Fernández, coincidió con él como entrenador ayudante, lo fichó para el Obradoiro en la LEB y promovió su primera renovación. De él subraya que «hay una palabra que lo define claramente en todos los aspectos: pasión. Pasión por el baloncesto, por la historia, por el vino, por los libros... En todo lo que hace y le gusta, el componente fundamental es la pasión. Como entrenador es muy metódico. Todo lo tiene muy atado. Es muy difícil sorprenderlo porque deja muy poco a la improvisación. Para ese método y capacidad de planificar hace falta mucho conocimiento y estar muy preparado. Si no, sería imposible».

«Transmite los valores del club»

El actual director general del Obradoiro conoció a Moncho Fernández este verano y enseguida sintonizaron la misma frecuencia. «Tanto él como su cuerpo técnico saben transmitir los valores del Obradoiro -indica-. Profesionalmente, lo que más me ha llamado la atención es que en octubre ya había conseguido que en la cancha se viese un equipo, pese a que había ocho jugadores nuevos. No es fácil, y menos en un conjunto que podríamos definir como complejo desde el punto de vista táctico». Añade otra cualidad: «Sabe hacer los trajes a medida de los jugadores. Por ejemplo, Hummel y Kendall son dos cuatros totalmente diferentes y cada uno tiene los tiros que mejor le van a sus características dentro del sistema de juego».

«Nunca se rinde»

La perspectiva del jugador la pone Oriol Junyent, que lleva tres años a las órdenes del Alquimista de Pontepedriña: «Nunca se rinde, nunca tiene un no por respuesta y es muy perfeccionista. He trabajado con muchos entrenadores, y con pocos se puede hablar de tú a tú como con Moncho Fernández. Eso, a veces, nos lleva a discutir. Ahora menos que el primer año. Pero sabe cuando hay que echar la bronca y cuando hay que animar. Y es el primero que intenta ayudar en todo. Tiene ese orgullo de querer hacer las cosas bien y de que el baluarte sea el equipo, no las individualidades. Me alegra mucho que sea profeta en su tierra».

«Respuestas para todo»

Gonzalo Rodríguez fue ayudante de Moncho Fernández en Murcia y repite ahora en el Obra: «Tiene tanto entusiasmo por ser entrenador que eso le lleva a ser muy metódico. Su idea de juego se basa en manejar respuestas para todo. Preparar cada partido con él es como preparar un examen. Siempre intenta aglutinar a su alrededor. Necesita que las relaciones con la gente que trabajan sean buenas. Y es un entrenador de club. Con los jugadores sabe ser cercano, pero sin concesiones».