La ortiga se lanza a seducir paladares

Xosé María Palacios Muruais
Xosé María Palacios VILALBA / LA VOZ

VILALBA

Alberto López

Las hojas poseen numerosas propiedades, pero su consumo es aún muy reducido

27 may 2016 . Actualizado a las 19:46 h.

Las ortigas son cercanas y a la vez lejanas. Se ven en no pocos terrenos, aunque falta mucho para que la planta alcance la misma situación de conocimiento y de uso que ya tienen otras. Acortar esa distancia es un reto que se ha marcado una empresa de Vilalba, Champivil, con su recién estrenada línea de ortigas envasadas en fresco. La responsable de la firma, Luz Castelo, explica algunas partes del proceso de recolección y de puesta en el mercado de este producto.

 ¿Cómo debe de ser el proceso de recolección de la ortiga?

Castelo subraya que lo que se debe respetar por encima de todo es el detalle de no arrancar la raíz. Explica que si no se arranca, esa parte de la planta ya actúa como un abono sobre el terreno. Otro aspecto que se debe de considerar es que durante la primavera, cuando ya haya terminado el tiempo en que se recogen, las flores que van naciendo tiran la semilla a la tierra: «Vas quitando unhas e van nacendo outras», detalla Castelo.

¿Hay algunas zonas especialmente aptas para que nazcan ortigas?

Los terrenos apropiados son los húmedos. En terrenos secos no brotan. Un aspecto que cita Castelo es que crecen mejor en lugares en los que la tierra se pisa: la semilla se desplaza más hacia abajo, y la planta crece mejor, con más fuerza.

 ¿Qué aspectos hay que vigilar mientras se recogen?

Las ortigas van asociadas, de modo casi automático, con las picaduras, aunque parece posible recogerlas sin ese contratiempo. Castelo afirma que usando guantes, pueden cogerse a mano o con una hoz. Con este último sistema, matiza, hay que evitar que las hojas de pongan algo secas, algo que no suele ocurrir si se cogen manualmente.

 ¿Qué tratamiento se les da después de recogerlas en el campo?

Se lavan varias veces en agua del grifo para quitarles la acidez. Luego se pasan rápidamente, unos dos o tres minutos, por agua hirviendo. A continuación se secan, se dejan enfriar para que las hojas se endurezcan y se envasan. Una vez metidas en el tarro y cerrado ese recipiente, se meten en la máquina que hará el proceso de sellado, en donde pasarán unos 20 minutos a 120 grados. Ese calor, afirma Castelo, «vailles quitar toda a acidez que tiñan».

 ¿Da más trabajo este proceso que el que se realiza con otras hojas?

El problema parece estar en la conveniencia de recoger hoja a hoja. Los grelos dan también trabajo porque se recogen a mano; pero con cuatro o cinco plantas de grelo se consigue un kilogramo de producto, dice Castelo. En cambio, para lograr un kilogramo de ortigas se precisan más hojas.

 ¿Qué propiedades tienen y para qué se utilizan estas hojas?

Tienen vitaminas A, B, C y D, y son ricas en yodo y en cinc. Son apropiadas para la alopecia, para frenar las hemorragias y para las tiroides. Además son diuréticas y su uso está aconsejado en casos de problemas renales.

 ¿Qué pasos deben de seguirse para preparar una infusión de ortigas?

Se cogen, y luego se ponen al sol para deshidratarlas. Una vez secas, se usan como si se tratase de manzanilla o de menta.

 ¿Puede ser especialmente más difícil su penetración en el mercado?

No necesariamente. Castelo recuerda que cuando su empresa empezó a vender grelos en conserva, en las tiendas a las que se llevaba la mercancía recibían el producto con escepticismo. Hoy, unos doce años después, se venden unos 200.000 botes de grelos al año. Su respuesta sobre el futuro es una pregunta: «¿Quen di que non pode pasar algo así coas ortigas?».