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Colmenares como los de antes en el cañón del río Loureiro

carlos rueda, francisco albo MONFORTE / LA VOZ

AGRICULTURA

En el estrecho valle del río Loureiro se mezclan la vegetación atlántica y la mediterránea
En el estrecho valle del río Loureiro se mezclan la vegetación atlántica y la mediterránea

Una zona de gran tradición apícola se extiende entre dos aldeas de A Pobra

13 oct 2015 . Actualizado a las 14:10 h.

El cañón del río Loureiro, en A Pobra do Brollón, ofrece unas condiciones especialmente aptas para la apicultura. Un amplio conjunto de antiguas alvarizas y modernos colmenares atestigua la importancia que ha tenido siempre esta actividad en la zona. Un recorrido de unos tres kilómetros por viejos caminos y pistas forestales permite conocer de cerca esta tradición apícola y disfrutar de atractivos paisajes en los que se mezcla la flora atlántica y la mediterránea.

La ruta comienza en la aldea de Domiz. Antes de empezar el recorrido conviene hacer una breve visita a la localidad para observar su notable arquitectura tradicional. Para iniciar la ruta hay que situarse a la altura de la última vivienda y tomar un camino conocido como Carreira do Agro. Primeramente pasamos por el lugar de Val de Couso y al cabo de unos quinientos metros de caminata llegamos al Alto do Teso da Rama. En este punto el camino empata con una pista forestal que viene del pueblo de Loureiro y que más adelante sale a la carretera que comunica A Pobra do Brollón con Parada dos Montes. Hay que torcer a la derecha y seguir andando hacia Loureiro otros cuatrocientos metros, hasta llegar al lugar de Val do Pedro.

En este punto hay un mirador natural que ofrece unas excelentes vistas del cañón del río Loureiro y la alvariza de Mañón, situada en las proximidades del arroyo de As Merlas y a unos cien metros de la pista. Sus dimensiones son considerables y su estado de conservación es bueno, a pesar de que lleva más de 45 años abandonada y de una reciente plantación de pinos que amenaza con ocultarla.

Una zona muy abrupta

En el kilómetro 2,3 y a la izquierda de la pista están las alvarizas de O Pereiro, ubicadas sobre un pequeño promontorio en un zona rocosa muy abrupta y de difícil acceso. Ramón Moreira, un antiguo vecino de Domiz, recuerda haber oído contar a su abuela que hace muchos años un buey cayó por una de las grandes grietas que hay entre los peñascos en este paraje. «Como non podían sacalo, tiveron que sacrificalo e trocealo no mesmo sitio e logo repartiron a carne polas aldeas entre a xente máis necesitada», explica. Las alvarizas llevan más de sesenta años en desuso y se encuentran rodeadas de abundante vegetación y varios alcornoques de gran tamaño.

Unos 150 metros más adelante, el camino pasa por Pena Escura, otra zona abrupta y con grandes desniveles. «Aquí cada pena tiña o seu nome, a primeira e a máis grande chamábase Pena do Castelo», cuenta Ramón Moreira. «Logo estaba a da Cara da Raposa, e chámabanlle así porque dicían que ao vir de Loureiro e mirar para ela parecíase á cara dunha raposa», añade. Tras recorrer otros cincuenta metros aparece a mano izquierda parte un sendero que lleva a las colmenas y a la alvariza de Crego de Domiz, hoy llamada de Calella de Salcedo, que se mantiene en uso.

Siguiendo por la pista, a unos doscientos metros está el lugar donde se encontraba el colmenar de Ribas. Desde que falleció su propietario, hace unos siete años, cayó en el abandono y hoy apenas quedan los restos de las colmenas. Más adelante, a unos unos cien metros de la antigua ferrería de Loureiro, está la alvariza de la Casa de Loureiro. Se llega a ella por un camino que sale a la izquierda de la pista y es conocido por Camiño do Souto do Escambrón. La construcción se encuentra a unos treinta metros de distancia. Se conserva en buen estado, pero está en desuso. En el entorno llaman la atención dos alcornoques centenarios de grandes dimensiones.

Desde A Pobra do Brollón

Para ir a Domiz desde la capital municipal hay que tomar la carretera de Parada dos Montes. En el kilómetro 5,7 hay un desvío para la aldea de Domiz, que está a unos quinientos metros del cruce

Hace muchos cayó un buey entre las peñas y no lo pudieron sacar vivo