Tras la sepultura de Odoario

Francisco Albo
Francisco Albo MONFORTE

LEMOS

Reportaje | Un misterio histórico en O Saviñao El hallazgo de tumbas medievales en Diomondi otorga un nuevo interés a la tradición que afirma que el célebre obispo lucense del siglo VIII fue enterrado en este lugar

11 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

?l reciente hallazgo de unas antiguas sepulturas -posiblemente anteriores a la época románica- en la iglesia de San Paio de Diomondi, en O Saviñao, otorga un nuevo interés a las tradiciones históricas existentes en torno a este templo medieval. Entre ellas destaca la que afirma que en este lugar estuvo, y quizá todavía esté, la tumba del obispo lucense Odoario, uno de los personajes más célebres de la alta Edad Media gallega y también uno de los más misteriosos y controvertidos. La propia existencia histórica de Odoario, de quien se afirma que vivió en el siglo VIII, ha sido muy discutida por los especialistas. Algunos historiadores, como el gallego Vázquez de Parga y el francés Pierre David, creyeron que se trataba de un personaje ficticio. Otros, entre los que se cuenta una figura tan prestigiosa como Claudio Sánchez Albornoz, opinan en cambio que Odoario existió realmente, algo que hoy en día parece cada vez más aceptado, aunque siempre haya excepciones. El nombre del prelado altomedieval aparece mencionado en bastantes documentos redactados en diversas épocas desde Lugo hasta Coimbra, algunos de los cuales se tienen por auténticos, mientras que otros son evidentes falsificaciones realizadas en tiempos posteriores. Uno de los más conocidos de estos textos es el llamado segundo testamento de Odoario, firmado supuestamente el 5 de junio del año 760. Según ciertos estudiosos, puede tratarse de una falsificación parcial realizada en el siglo X sobre otro documento más antiguo, éste verídico. En él se dice que Odoario fue ordenado en el norte de África -una región muy importante en los primeros siglos del cristianismo- y que tras la invasión musulmana de la Península se trasladó a Lugo con su familia , es decir, con un grupo más o menos numeroso de colaboradores y servidores. Habría encontrado la ciudad destruida y abandonada, dedicándose a reconstruirla y a repoblar diversas zonas de las riberas del Miño. En esta labor, según la tradición, lo secundaron siete de sus acompañantes, llamados Avezano, Guntino, Macedonio, Sendo, Desterico, Agario y Provecendo. Otros testimonios afirman que Odoario, además de obispo de Lugo, fue arzobispo de Braga. Un documento fechado en Coimbra en 1025 asegura que repobló la región de Braga, un hecho que hoy se tiene por totalmente falso. Documento milenario La supuesta relación de Odoario con Diomondi se fundamenta en un testamento del obispo lucense Hermenegildo, fechado en el año 954. En él se asegura que el lugar había sido ocupado en tiempos por el obispo Odoario, quien «allí completó en paz sus días». Tal documento dice además que el prelado testó en favor de una comunidad de monjes existente en Diomondi, colocada bajo la advocación de San Adrián. Estudiosos como Vázquez Saco y García Conde, entre otros, dedujeron de este documento que Odoario debió de morir en Diomondi y que fue trasladado a Lugo tras su fallecimiento. Estos historiadores opinan además que otros obispos lucenses posteriores a Odoario habrían dado continuidad a la costumbre de pasar temporadas de retiro en Diomondi, iniciada por él. Otros consideran, por contrario, que es muy probable que fuese enterrado en O Saviñao, ya que en esa época no era habitual -ni nada fácil- transportar los cadáveres en largos trayectos. Estas teorías, basadas en testimonio escritos, no han podido ser confirmadas hasta ahora por ningún hallazgo arqueológico.