SECRETARIOS Y VASALLOS

La Voz

LEMOS

JULIO GONZÁLEZ PUENTE BUZÓN DEL LECTOR

11 abr 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

En este periódico, el día 5, aparece una noticia titulada «El edil Juan Carlos Díaz desobedece al secretario». Más adelante se dice que «Juan Carlos Díaz optó por asistir a la reunión de la comisión de hacienda, a pesar de las reiteradas invitaciones del secretario municipal para que abandonase la sala». La nota es falsa, tanto en su título como en el desarrollo. El firmante de este escrito, en la comisión de hacienda del 3 de abril no abrió la boca, no pronunció frase alguna, tal como hace en todas las comisiones informativas y en las sesiones del pleno de la corporación. Lo único que preguntó al concejal D. Juan Carlos Díaz era si pertenecía a la comisión de hacienda, para ponerlo como asistente a la reunión, tal como se hizo. Lo mío y lo de la mayoría del cuerpo al que pertenezco no es hablar, sino escribir, recogiendo, lo mejor que podemos, lo que otros dicen. Esa es nuestra misión y, cuando nos salimos de ella, algo falla. Pero le aseguro que éste no es mi caso, porque en ningún momento de la comisión informativa invité a nadie para que abandonase la sala. Queda otro aspecto de la cuestión que es lo rimbombante del título, cuando dice que el edil «desobedece al secretario». A mí, personalmente y a la altura de mis años, ya no me preocupan esas expresiones, típicas del pasado. Pero, claro, una cosa es el aspecto individual de cada cuestión y otra el corporativo y yo, con los mínimos merecimientos, me honro en pertenecer a un cuerpo de larga tradición en sus servicios a la administración y a los administrados. De tal forma que, si uno no sale al paso de estas noticias tendenciosas, los lectores podían quedarse con una imagen falsa, pensando que un secretario de ayuntamiento manda en todos, incluidos los concejales. Y yo le aclaro que, con la legalidad vigente en la mano, el secretario no manda ni en el personal, tal como pasaba en la normativa anterior, manda exclusivamente en la oficina de secretaría y le advierto que, en mi caso, más bien poco, porque lo mío no es el mando sino el servicio. Si no mando en el personal administrativo, menos mando en los concejales, que son elegidos por el pueblo. Lo nuestro, lo más excelso de los secretarios de ayuntamiento es todo lo contrario: nosotros obedecemos, llevando la obediencia a lo que Unamuno llamaba de tercer grado, al referirse a los miembros de la Compañía de Jesús. A mí y a mis compañeros no es que nos horrorice el mando es que no lo tenemos; somos vasallos, de elite si usted quiere, pero vasallos al fin y al cabo. Y no aludo al poema del Cantar e Mío Cid, «Dios que buen vasallo, si hubiese buen señor», porque éste no es mi será nunca el caso. Gracias por su atención y espero seguir leyendo su periódico como hago desde hace muchos años, con independiencia de estas pequeñas cosas de los pueblos en que vivimos y servimos, pero nunca mandamos.