El asombro también se cultiva

Antonio Sandoval

LA VOZ DE LA ESCUELA

«Los placeres que perduran al contacto con la naturaleza no están reservados para científicos sino que están al alcance de cualquiera», dice Rachel Carson
«Los placeres que perduran al contacto con la naturaleza no están reservados para científicos sino que están al alcance de cualquiera», dice Rachel Carson TRACY FRIESEN

La ecologista Rachel Carson te enseña a ayudar a los más pequeños a cultivar esa actitud innata fundamental para su desarrollo personal 

04 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1956 una revista norteamericana encargó a la bióloga Rachel Carson un artículo acerca de este tema: ayuda a tu hijo a asombrarse. Carson, una de las voces ecologistas más destacadas de su tiempo, decidió escribir un texto acerca de cómo sembrar en los más pequeños el asombro ante la magia y el misterio de la naturaleza. Ella no tenía hijos, pero sí un sobrino de apenas dos años de edad llamado Roger. Lo que hizo fue relatar la experiencia personal de ambos en sus paseos por la costa inmediata a su hogar, en el estado de Maine. La autora, de 49 años, había recorrido muchas veces esos senderos y playas. De hecho, era también una de las más renombradas biólogas marinas de su tiempo. Para el pequeño Roger aquella iba a ser una experiencia absolutamente nueva y fascinante. El artículo comienza así:

«Una tormentosa noche de otoño, cuando mi sobrino Roger tenía unos veinte meses, lo envolví con una manta y lo llevé a la playa en la oscuridad lluviosa. Allí fuera, justo a la orilla de lo que no podíamos ver, donde enormes olas tronaban, tenuemente percibimos vagas formas blancas que resonaban y gritaban y nos arrojaban puñados de espuma. Reímos juntos de pura alegría. Él, un bebé conociendo por primera vez el salvaje tumulto del océano. Yo, con la sal de la mitad de mi vida de amor al mar en mí. Pero creo que ambos sentimos la misma respuesta, el mismo escalofrío en nuestra espina dorsal ante la inmensidad, el bramar del océano y la noche indómita que nos rodeaba».

Aquel escalofrío era el asombro.

portada

Poco después de la muerte de Rachel Carson en 1964, este artículo fue publicado en forma de libro breve. En su momento no resultó un éxito tan impresionante como su obra más conocida, La primavera silenciosa. Sin embargo, igual que una pequeña semilla de la que brota un tallo tierno empeñado en alcanzar el dosel del bosque, su importancia fue creciendo durante las siguientes décadas. Hoy es considerado un texto de referencia, lleno de hermosas reflexiones, y también de poesía. En él Carson expresa la importancia de ayudar a los más pequeños a cultivar eso que llama «el sentido del asombro», una actitud innata a todo ser humano, fundamental para su desarrollo como persona llena de curiosidad por el mundo, y para nutrir su vitalidad.

El método que nos propone para conseguirlo es bien sencillo: salir a pasear con los niños por la naturaleza, y dejarnos empapar juntos por las sensaciones que sus fenómenos provocan en nosotros. Eso es todo. Incluso los más pequeños saben reconocer y disfrutar del canto de un zorzal anunciando la primavera, de la luz de las luciérnagas entre la hierba nocturna, del gruñido de la nieve al ser aplastada con una bota o de las prisas de un escarabajo a través de un sendero.

Ese sentido del asombro, bien alimentado y cuidado, dura para toda la vida. Y contribuye a convertir la de cada uno de nosotros en una experiencia mucho más intensa y feliz. La propia Rachel Carson lo expresa así al final de su libro:

«Hace poco recibí en el correo una carta que guardaba un testimonio elocuente de la permanencia del sentido del asombro durante toda la vida. Era de una lectora que me pedía consejo para escoger una zona de la costa para ir de vacaciones, un paraje natural donde pudiera pasar los días entre playas vírgenes, explorando ese mundo que es viejo pero siempre nuevo.

«Lamentablemente excluyó las playas escarpadas del norte. A ella le habían encantado las playas toda su vida, me dijo, pero trepar por las rocas de Maine podría resultar difícil para quien pronto llegaría a su ochenta y nueve cumpleaños. Cuando dejé su carta me sentí reconfortada por las llamas del asombro y el estupor que aún ardían intensamente en su mente y espíritu jovial, tal como debían de haberlo hecho hace ochenta años.

«Los placeres que perduran al contacto con la naturaleza no están reservados para científicos sino que están al alcance de cualquiera que se sitúe bajo el influjo de la tierra, el mar y el cielo y su asombrosa vida».

Rachel Carson

A mediados del siglo pasado, el abuso de pesticidas, y sobre todo del DDT, estaba provocando en Estados Unidos y en buena parte de occidente una masiva mortandad de aves. Pero esta realidad, constatada por los científicos, era negada de forma insistente por las autoridades y por las industrias productoras. Alarmada por todo aquello, Rachel Carson decidió escribir un libro que denunciara la situación. Tanto desde la administración como desde el sector privado se intentó que el texto no fuera publicado. Fue en vano. Titulada ?La primavera silenciosa?, en alusión a cómo el abuso de aquellos productos vaciaría el campo de aves cantoras, aquella obra marcó el inicio del proceso que acabaría por prohibir el DDT. Y es una de las obras cumbres del pensamiento ecologista, que por entonces aún daba sus primeros pasos.

Henry Zbyszynski

Puedes saber más acerca de Rachel Carson en este blog del IES Serpis de Valencia: http://laculturaescrita.blogspot.com.es/2009/05/rachel-louise-carson.html

Libros de Rachel Carson publicados en castellano

  • La primavera silenciosa. Editorial Crítica. Año 2010
  • El mar que nos rodea. Editorial Destino, 2007
  • El sentido del asombro. Editorial Encuentro, 2012

Un paseo para asombrarte: O Burgo

Hace pocas semanas la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo inauguró en las orillas de la coruñesa ría de O Burgo una ruta ornitológica señalizada destinada a dar a conocer a los paseantes de todas las edades, vecinos y turistas, muchas de las aves que utilizan este humedal. Gracias a ella podemos aprender a reconocer la mayoría de las especies de este lugar. Algunas de ellas realizan viajes asombrosos que nos hablan de algunos de los destinos más remotos del planeta: el norte de Canadá y Siberia, por ejemplo. También de la fascinante capacidad de las aves para no perder el rumbo durante esas migraciones que las llevan de una geografía a otra. La mera contemplación de sus bandadas, o de la diversidad de sus plumajes, es otro estímulo para nuestra capacidad de asombro. ¡Cómo no maravillarnos ante la observación de un martín pescador!

El triángulo del asombro

Catherine L'Ecuyer, autora de Educar para el asombro, libro que en este momento va por su 12.ª edición, considera que las claves de la educación para el asombro son:

El asombro es el mecanismo a través del cual los niños desean aprender. Lo que asombra es la belleza. La persona está hecha, no solo desde un punto de vista filosófico, sino también neurocientífico, para conectar con la belleza de la realidad. Hoy nuestros hijos tienen un déficit de realidad.

Para que el aprendizaje tenga sentido, se necesita asombro, belleza, sensibilidad y apego seguro. Sin esas condiciones, el aprendizaje se reduce a la mera repetición (hábitos sin fin) y se convierte en una rutina mecánica que aliena al niño y no le permite vivir una existencia verdaderamente personal.

El aprendizaje ocurre a través de la puesta en marcha del triángulo del asombro, que consiste en: 1) el niño, 2) el educador y 3) la realidad. El educador no causa la realidad y la realidad existe al margen de si el niño la conoce o no. Asistido por el educador, el niño la va descubriendo, no construyendo.

El bombardeo de estímulos en los niños, a través de las pantallas, del multitasking tecnológico, del consumismo exagerado o de algunos métodos educativos conductistas, satura los sentidos y lleva a la pérdida de sensibilidad para percibir la realidad, por lo que el niño necesita cada vez más estímulos para sentir la realidad. Cuando eso ocurre, se vuelve pasivo y pasa a depender de los estímulos externos.

La importancia desproporcionada que se ha dado a la sobreestimulación podría arrojar luz sobre los problemas del fracaso escolar, desmotivación, adicciones y dificultades de aprendizaje, en los cuales el entorno puede jugar un papel importante.

  • El blog de Catherine L'Ecuyer es http://apegoasombro.blogspot.com.es/