La cumbre de Vilna desbarata el objetivo ruso de alejar a la OTAN de sus fronteras: «Responderemos»

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

El presidente ruso Vladimir Putin
El presidente ruso Vladimir Putin SPUTNIK | REUTERS

Putin reitera que se trata de una amenaza para Rusia

15 jul 2023 . Actualizado a las 22:57 h.

Los resultados de la cumbre de la OTAN en Vilna han caído como un jarro de agua fría en Rusia, impotente ante la ampliación de la Alianza en su frontera occidental y el compromiso de que Ucrania se convertirá en miembro de la organización una vez concluya la guerra. «Respecto al ingreso de Ucrania en la OTAN, hemos afirmado en reiteradas ocasiones que esto genera amenazas a la seguridad de Rusia, es evidente», afirmó este jueves el presidente ruso, Vladimir Putin, en declaraciones a la televisión pública rusa.

El mandatario ruso señaló que «de hecho, una de las causas de la operación militar especial es la amenaza de la entrada de Ucrania en la OTAN». El ingreso a la Alianza, aseguró, «no incrementará la seguridad de la propia Ucrania, hará el mundo más vulnerable y conducirá a tensiones adicionales a nivel internacional», y defendió que todos los países tienen derecho a garantías de seguridad, pero no a costa de la seguridad de la propia Rusia.

Mientras, el Ministerio de Exteriores de Rusia recurrió de nuevo a un lenguaje intimidatorio ante las perspectivas del ingreso de Ucrania a la OTAN. «Teniendo en cuenta los desafíos y amenazas identificados para la seguridad y los intereses de Rusia, responderemos de manera oportuna y adecuada utilizando todos los medios y métodos a nuestro alcance», señaló la diplomacia rusa. Según Moscú, la OTAN utiliza a Ucrania como «material desechable» en la guerra híbrida que ha desatado contra Rusia al no dar a Kiev en Vilna un calendario para su ingreso en la Alianza Atlántica.

Ante este escenario, parece evidente que el Kremlin ha fracasado en su objetivo de impedir la expansión de la OTAN y más aún en el de empujar a la Alianza fuera de Europa del Este, a los límites que tenía antes de 1997, como demandó Rusia dos meses antes de lanzar su guerra en Ucrania.

En abril pasado, Finlandia se sumó a la OTAN y Suecia lo hará próximamente, después de que Turquía levantase su veto.

Desde el punto de vista geopolítico, la adhesión de Finlandia y la de Suecia, convierte el Báltico prácticamente en un mar interior de los países de la Alianza, con el consiguiente desmedro para las posiciones de Rusia.

En febrero Putin destacó como uno de los mayores logros de la guerra en Ucrania la conversión del mar de Azov en una mar interior de Rusia merced a la anexión de territorios.

Sin embargo, esa conquista, que Rusia aún debe consolidar, ya que Ucrania lucha por recuperar sus territorios esa zona, es menor en comparación con el retroceso en el mar Báltico.

La deriva de Turquía, preocupante para Rusia

Además, la nueva postura de Turquía sobre la incorporación de Suecia en la OTAN y el propósito el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de revitalizar el proceso de adhesión de su país a la Unión Europea podría marcar una deriva que no es buena para Kremlin.

Si bien Turquía es actualmente el socio comercial más importante de Rusia al oeste de sus fronteras y hasta ahora Ankara y Moscú han mantenido una buena sintonía, en las últimas semanas se han producido tensiones.

El pasado día 10 la empresa turca Baykar comenzó a construir en Ucrania una fábrica de drones de ataque, proyecto que saca ronchas en Rusia.

Dos días antes, el presidente turco había entregado a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, cinco comandantes del batallón ucraniano Azov que habían sido canjeados y se encontraban en Turquía en virtud de un trato alcanzado con la mediación de Ankara.

«Es una violación de los acuerdos», declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que recordó que los comandantes del Azov debían permanecer en Turquía hasta el término del conflicto.