En vanguardia contra los «fakes» rusos

leticia álvarez KIEV / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Leticia Alvarez

Activistas de Kiev llevan la delantera en la batalla contra la desinformación del Kremlin

07 may 2017 . Actualizado a las 09:17 h.

«Los ucranianos huyen en masa a Rusia» o «Campos de concentración para rusos en Mykolayiv, Ucrania». Son titulares que enganchan, información que asusta, indigna y encoge el corazón de los lectores. Pero también noticias falsas que recorren la red a golpe de clic y que, como tienen gancho, pueden desvirtuar la imagen de un Estado.

Tras las protestas de Maidan en 2012 Ucrania empezó a librar su propia batalla contra la propaganda. Así nació «Stop Fake», con el fin de «rastrear noticias falsas, propaganda, y desmentir siempre con hechos», explica Alina Mosendz, la encargada del departamento de español. La mayoría de las noticias manipuladas, apunta, llegan del país vecino, Rusia.

Los encargados de rastrear la red en búsqueda de noticias falsas publican en diez idiomas y muchos trabajan desde sus propias casas. Su dedicación no es exclusiva, acumulan empleos para poder vivir. Fueron pioneros en el «fact-checking», la verificación de datos que tan de moda está en los medios. Mucho antes de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca en Ucrania ya se luchaba contra la desinformación rusa. Trabajo no falta. La guerra en el Donbáss, el este del país, también se libra en la red.

«¿Te imaginas? Un medio español tituló en su web: Un campo militar yihadista al sur de Ucrania», explica Alina. La noticia cita a la cadena CNN como fuente, pero una búsqueda en Internet es suficiente para comprobar que el medio estadounidense nunca publicó dicha información. «Es el típico ejemplo de propaganda rusa. Cita fuentes fiables y las declaraciones son inventadas. Todo para dar credibilidad al rumor».

Para Alina, la propaganda más difícil de desmentir es la que mezcla información verdadera con hechos inexactos y opiniones sesgadas. «Los argumentos dirigidos y las verdades a medias son parte de la manipulación». Pero no todos los medios rusos difunden propaganda, ni todo lo que se publica en Ucrania pasa los filtros de «Stop Fake». En sus reuniones también discuten noticias que finalmente resultan ser verdad y dañan intereses del país. La plataforma asegura que trabajan para destapar las mentiras que circulan por la red y que afectan a su país, no importa su procedencia.

Los detractores del «fact-checking» ucraniano los acusan, sin embargo, de ser contrapropagandistas del multimillonario de origen húngaro, George Soros. Alina responde: «Nuestra financiación está en la página web, es pública. Tenemos aportaciones de la fundación de Soros, Open Society, pero no decide nuestro trabajo». Tampoco trabajan para el Gobierno. Entre sus benefactores no aparece el presidente Poroshenko. «Que quede claro el Gobierno ucraniano no nos financia». insiste Alina.

Y es que a pesar de que la revolución de Maidan en 2012 fue un grito contra de la corrupción, su sombra sigue muy presente en la Rada Suprema, el Parlamento ucraniano. Los políticos que actualmente manejan el país acopian millones de dólares en efectivo, coches de lujo, relojes suizos y diamantes, mientras el salario medio en Ucrania no supera los 200 euros. La información, que indignó al país entero, se hizo pública después de la última reforma de transparencia. Incluso el presidente depuesto, Victor Yanukovich, pese a estar huido en Rusia, opera con un entramado de empresas «offshore» en el país.

Alina ha conseguido que varias cabeceras en España rectifiquen informaciones falsas. «Hay veces que a los medios convencionales se les cuelan datos falsos en sus páginas. Creo que es por puro desconocimiento», argumenta. «Nadie que conozca Ucrania diría que nuestro escudo es el símbolo de un partido de ultraderecha», explica en referencia a la camiseta que el futbolista Roman Zozulya lució a su llegada a Sevilla.