Tan solo el Ejército pudo liquidar al criminal más buscado de Venezuela

PEDRO GARCÍA OTERO REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

MIGUEL GUTIERREZ | efe

El poder del Picure solo fue posible gracias a la indiferencia, o el apoyo, del Gobierno. Azotó el centro del país con innumerables secuestros y al menos 57 homicidios

12 may 2016 . Actualizado a las 17:58 h.

Casi siempre tienen alias de animales, como el Conejo, el Topo o el Coquí, u otros nada cordiales, como Niño Guerrero, el Satán o Lucifer. Tienen también en común ser muy jóvenes y haber creado megabandas con las que, a la sombra de la indiferencia, o el apoyo directo, del Estado, amenazan a la sociedad con secuestros, extorsiones y homicidios, dentro y fuera de las cárceles.

El más famoso de los nuevos antihéroes de Venezuela era José Tovar, el Picure. A sus 30 años era el jefe de una banda criminal que, bajo el nombre de este pequeño roedor propio de Venezuela, Colombia y Brasil, el picure, azotó la zona central del país con innumerables secuestros y al menos 57 homicidios, contabilizados, durante los últimos ocho años, entre ellos, los de al menos una decena de militares. También se le atribuyen ataques con granadas a sedes policiales.

Tovar fue abatido por más de 30 disparos de miembros del Ejército en el central estado de Guárico, junto con otros ocho miembros de su familia y lugartenientes. Su progreso como criminal hubiera sido imposible sin armas largas y granadas, algunas procedentes del Ejército; la información que le suministraba un alto cargo de Guárico, que fue destituido en noviembre, sin más sanciones, tras descubrirse las filtraciones; y la corrupción en las policías. Se estima que su banda llegó a tener más de 400 miembros y enlaces con otras grandes organizaciones criminales que operan incluso en Caracas.

Alejandro Moreno, un salesiano toledano octogenario, que investiga la violencia en Venezuela, cree que el reciente fenómeno de las megabandas es el resultado de que el Estado se desentienda de la seguridad y permita, en las llamadas zonas de paz, que los delincuentes controlen las calles, «igual que en las cárceles».

En pleno corazón de Caracas, en el barrio conocido como Cota 905, ayer se escucharon ráfagas de disparos como «homenaje» al Picure. Las autoridades militares cercaron esta zona de paz en la que el Coquí es quien manda, o mandaba, pues no se pudo comprobar aún si la policía acabó con él en alguna de las operaciones que las fuerzas de seguridad llevaron a cabo en los últimos meses, en los que acabaron con una treintena de personas.

Hace tres meses, cuando Teófilo Rodríguez, el Conejo, fue asesinado en Margarita, los reclusos de la cárcel de la zona dispararon ráfagas y su velorio se convirtió en un toque de queda en Porlamar, la principal ciudad de la isla. En Caracas, Lucifer ordenó matar al menos a diez policías e impide la circulación en El Cementerio de 6 de la tarde a 6 de la mañana. Según Moreno, Lucifer ha comprado incluso drones por 10 millones de dólares.

Nicolás Maduro mutila la Constitución por decreto

En respuesta al voto de censura que la Asamblea Nacional dio al ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres, Nicolás Maduro publicó un decreto por el que «restringe y difiere» la aplicación de este derecho del Parlamento, contemplado en la Constitución. Lo hace amparado por «el decreto de Emergencia Económica», que fue rechazado por el Legislativo, pero puesto de nuevo en vigencia (en forma más que cuestionable, según abogados) por el Tribunal Supremo de Justicia. A la posición del mandatario, el jefe de la fracción opositora de la Asamblea Nacional, Julio Borges, respondió diciendo que «abriremos un juicio contra Maduro [?]: tanto él como Torres han violado la Constitución».