Los ataques xenófobos a los refugiados se extienden como una plaga por Alemania

Patricia Baelo BERLÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

MBR WEB

Van 817 atentados contra centros de acogida este año, en su mayoría a manos de la ultraderecha

20 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedradas contra autobuses, palizas en lugares públicos y sobre todo incendios provocados. Desde el pasado septiembre no pasan dos días sin que los ataques contra refugiados acaparen titulares en la prensa alemana. Precisamente el país que aún no ha superado la herida del nazismo, ve como hoy arrecia la violencia de extrema derecha, a raíz del flujo masivo de llegadas, que ya han alcanzado el millón. Según la Oficina federal de Lucha contra la Criminalidad (BKA), hasta hace dos semanas se habían registrado 817 ataques contra centros de acogida, ya fueran habitados o aún en construcción; al menos 733 de ellos con trasfondo ultraderechista. Las agresiones contra alojamientos para demandantes de asilo se han multiplicado por cuatro este año con respecto al 2014, cuando la BKA contabilizó un total de 199 ataques, 177 de ellos por motivos xenófobos. Una investigación del diario Die Zeit revela que apenas el 5% de los casos llega a esclarecerse.

Incluso periodistas y políticos que se hayan expresado públicamente contra el racismo y hayan defendido el asilo están en el punto de mira. Como le ocurrió en octubre a la alcaldesa de Colonia, Henriette Reker, que fue apuñalada en el cuello mientras hacia campaña. Lo que comenzó como brotes aislados en el este de Alemania, ya se ha extendido como una plaga por todo el país. «Por suerte en la capital no tenemos el mismo nivel de xenofobia que lugares como Tröglitz, Freital o Heidenau», explica Manja Kasten, del centro de asesoramiento contra la violencia de extrema derecha de Berlín (MBR).

4.000 cada día

Pero el temor a la extranjerización del país ha provocado que la sociedad alemana pase de recibir a los refugiados con una calurosa bienvenida a su llegada a la estación de tren de Múnich, a sentir un profundo rechazo. La última encuesta de la televisión pública ARD asegura que el 57 % de la población está poco o nada satisfecha con la política de puertas abiertas de Angela Merkel, quien insiste en no fijar un límite de llegadas bajo el lema de «lo lograremos». Pero la realidad es que la locomotora europea sigue recibiendo cerca de 4.000 refugiados cada día, y las autoridades están desbordadas. En Berlín, por ejemplo, se han utilizado centros de congresos, 40 polideportivos y hasta el antiguo aeropuerto de Tempelhof, para poder dar cobijo a 70.000 inmigrantes.

No obstante, Kasten apela a que «la raíz de estos atentados no es un miedo fundamentado ni la preocupación, sino los sentimientos racistas profundamente arraigados en la sociedad». De ello han sabido aprovecharse movimientos como Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) y partidos de ultraderecha como Alternativa para Alemania (AfD), que según los sondeos demoscópicos es ya la tercera formación con el 10 % de intención de voto y amenaza con colarse en el Parlamento. «Los neonazis se presentan como defensores de los intereses de la mayoría silenciosa. Esta escenificación funciona mejor allá donde son menos cuestionados. Las declaraciones populistas de derechas que surgen de los medios o la política actúan a menudo como catalizador», subraya Kasten, para quien la mejor estrategia pasa por «difundir la diversidad y la justicia en lugar del miedo».