La rama del Estado Islámico en la península se coloca en el foco de la atención mundial
08 nov 2015 . Actualizado a las 08:11 h.Tres comunicados el 1, 3 y 6 de noviembre y una misma palabra: Siria. Casi dos meses después de que los aviones y barcos rusos comenzaran a golpear posiciones del califato y de otros grupos de la oposición a Bachar Al Asad, 224 personas perdieron la vida tras la explosión del avión ruso en el que viajaban. Aunque el Estado Islámico (EI) no ha mentido hasta ahora cuando ha reivindicado alguna acción, los Gobiernos de Moscú y El Cairo pidieron prudencia. Pero conforme avanza la investigación se van despejando las dudas. Wilayat Sinai, el brazo del EI en Egipto, aparece convertido en una «amenaza global».
«La reivindicación parecía razonable desde el primer momento. La nota de prensa que el ISIS (acrónimo inglés del Estado Islámico) publicó a las pocas horas de caer el avión ruso estaba alojada en la página oficial del grupo Isdarat. No se trataba, por tanto, de una reivindicación de simpatizantes o de cuentas sin credibilidad», señala Javier Lesaca, experto en terrorismo de la Universidad George Washington.
Wilayat Sinaí justifica el ataque como respuesta a los bombardeos de Rusia en Siria. Ahora el mundo descubre la provincia egipcia del califato, pero desde su constitución el 10 de noviembre de 2014 ha sido una pesadilla para Egipto. En un año han cumplido las órdenes del califa, que les pidió «minar sus caminos, atacar sus cuarteles y viviendas, cortar sus cuellos, impedir que se sientan seguros y convertir sus vidas en un infierno», en referencia a los militares desplegados por El Cairo. Para el EI, las acciones del grupo en el Sinaí son un golpe directo a «los protectores de los judíos» dirigidos por «el nuevo faraón», el presidente Al Sisi, que desde su llegada al poder ha declarado el norte de la península zona de exclusión militar, impuesto el toque de queda e impedido el acceso a los medios de comunicación.
Desde su base de operaciones en el Sinaí, Wilayat ha extendido su amenaza al resto del territorio a base de atentados y secuestros. El grupo cuenta con yihadistas veteranos y recluta seguidores entre la población beduina (árabes nómadas del desierto) local, enemistada desde hace décadas con el Gobierno central, experta en el negocio del contrabando y conocedora de un territorio donde ven al Ejército egipcio como a una fuerza de ocupación.
Wilayat Sinai nace de la base de Ansar Bayt al-Maqdis (Partidarios de Jerusalén), formado tras la revolución de 2011 que derrocó a Hosni Mubarak y que tenía a Israel como su objetivo prioritario, pero tras el golpe militar contra Mohamed Mursi declararon «apóstatas» a las fuerzas de seguridad y centraron su batalla en Egipto. Se trata de «un gran desconocido», según responsables de seguridad de Israel que este verano confesaron que no conocen ni el nombre de su líder, lo que significa que Egipto también lo ignora porque ambos países tienen una estrecha cooperación en materia de seguridad.
Israel estima que cuenta con «mil o dos mil hombres», dispone de «un buen arsenal de armas, tiene la posibilidad de conseguir más armamento desde Libia y Sudán desde que juró lealtad al EI. Las fuerzas de seguridad han sido hasta ahora el objetivo principal de unas acciones que el 1 de julio llegaron a su punto culminante con un ataque coordinado contra quince puestos de control y posiciones del Ejército de forma simultánea en un radio de doce kilómetros en el norte de la península. Wilayat Sinai aseguró haber matado a más de sesenta soldados, mientras que Egipto admitió la pérdida de 23 hombres.
La muerte de los turistas mexicanos
Los yihadistas del Sinaí siguen el manual de las provincias siria e iraquí del califato y en agosto secuestraron y asesinaron a Tomislav Salopek, trabajador de la empresa francesa CGG dedicada al sector del gas. Su decapitación eclipsó la inauguración del nuevo canal de Suez, la obra por la que Al Sisi quiere pasar a la historia. Un mes más tarde, el grupo realizó su primer ataque en el desierto del oeste del país y 24 horas después el Ejército lanzaba un operación en la que mató por equivocación a ocho turistas mexicanos tras confundirles con un comando enemigo. Egipto confía en el aparato de seguridad organizado durante la lucha histórica contra los Hermanos Musulmanes, que se remonta a los años cincuenta, para combatir a esta nueva amenaza, y que consiguió notables éxitos en el pasado. Pero este aparato no parece el más adecuado para enfrentarse al nuevo desafío que plantea el EI en el Sinaí con ataques casi diarios contra Policía y Ejército.