Así es por dentro el Viaje de la Muerte

Leticia Álvarez IZMIR (TURQUÍA) / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

ARIS MESSINIS | AFP

La Voz acompaña a los refugiados que cruzan el Egeo desde Turquía en busca del «paraíso»

08 nov 2015 . Actualizado a las 07:54 h.

La llamada a la oración retumba en el zoco de Izmir, una ciudad costera turca. A pesar de estar en una mezquita, Kalihd Mohamed ignora la señal. Su atención se centra en recibir una llamada. Son las seis de la tarde y empieza a oscurecer. Por fin, suena el teléfono. «En media hora tenemos que estar delante de las oficinas donde venden billetes de autobús», avisa. Recoge las bolsas repletas de flotadores, las dos mochilas, donde guarda las pertenencias de toda la familia, y acude a la cita.

Los autobuses pirata llegan a la hora acordada. Los esperan refugiados que intentan pasar inadvertidos, pero las fundas herméticas de plástico que envuelven sus teléfonos y el naranja de los chalecos salvavidas que asoma entre las bolsas de basura los delatan. Agentes turcos están junto a ellos custodiando un edificio público. También hay policía secreta. «La documentación por favor. ¿De qué medio es?», pregunta un agente enseñando su placa. Mientras, los traficantes de personas empiezan a subir a sus «clientes» en las furgonetas con normalidad.

«Nos piden que no hablemos, que intentemos no llamar la atención y gritan a los niños que lloran. Nuestro intermediario llevaba una pistola, yo la vi. En hora y media llegamos a la costa. No sé que pueblo era, bajamos de la furgoneta y dormimos en el bosque. A las 6 de la mañana vinieron a por nosotros y en 20 minutos ya estábamos en la barca», describe Bassam lo que ya se conoce, entre los refugiados, como Viaje de la Muerte.

Él no sabe en que ciudad durmió antes de partir, pero fue en Behram, un pequeño pueblo pesquero. Este periódico siguió su localización de móvil. Una vez en los bosques aledaños al mar, encontrar las barcazas es muy fácil. Salen a todas horas. En una zona tan pequeña es difícil no ser visto. Los vigilantes de las mafias siguen los pasos de cualquier turista o curioso que se acerque. «¿Turistas? No es seguro bajar a la playa», amenaza uno de ellos.

El «padre de Dios»

Los refugiados se han convertido en un negocio fácil y en auge para las mafias. ¿Cómo funciona? Después de varias negativas, esta cronista contacta a uno de los traficantes que operan en Izmir. Facilita un número de teléfono egipcio. «Soy conocido porque trato bien a los refugiados sirios. Mis embarcaciones son seguras. Yo los ayudo para que busquen un futuro mejor», explica Abu Alaa, el «padre de Dios», como se hace llamar.

«Todos los días trasladamos a 150 personas, son 2 o 3 botes», continúa. «Cuando llega el mal tiempo siempre miramos las mareas. Si es peligroso no salen los botes a no ser que nos lo pidan». Dice que no tiene problemas con la policía turca porque nadie se ha ahogado con él. Incluso llega a proponer que viajemos en una de sus barcas para contar la «verdad» y enseñar su forma de «ayudar» a los sirios.

Asegura que hay miles de refugiados esperando para cruzar a Grecia y que todos los días recibe cientos de llamadas. Por tal motivo, creó un grupo cerrado en Facebook llamado «El camino a Europa» donde oferta sus servicios. «En dos días tendremos un nuevo viaje a Europa desde Izmir con apartamentos para las familias. Usted puede escoger entre un pequeño bote con 35 personas por 800 dólares o uno más grande y seguro para las familias por 1.400. Los menores de 12 años pagan la mitad y los recién nacidos gratis», anuncia la página.

Utilizar las redes sociales es una práctica habitual entre los traficantes. Pero el negocio no se queda ahí. Hay pasaportes falsos para viajar directamente a Londres, viajes en coche por Europa, pasar la frontera búlgara... Además, facilita toda la información necesaria para los viajes, desde qué tipo de fundas se tienen que utilizar para guardar el dinero hasta los números de emergencia de la guardia costera turca, griega y la Cruz Roja por si la embarcación está en apuros.

La caja de pagos turca

Los refugiados pueden pagar en efectivo antes de subir al bote o ingresar su dinero en una caja de pagos turca, en la que les facilitan un código. Si llegan con vida a una isla griega lo enviarán a las mafias para que puedan cobrar. En caso contrario, el dinero se queda bloqueado en Turquía. Es la forma más segura para evitar las estafas y asegurarse de que, si los traficantes quieren cobrar, tendrán que cumplir su palabra.