El fuerte aumento de la xenofobia dispara las alarmas en Alemania

úrsula moreno BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Los agresores dejaron esvásticas pintadas en las paredes del albergue atacado.
Los agresores dejaron esvásticas pintadas en las paredes del albergue atacado. MICHAEL DALDER < / span>reuters< / span>

Un albergue para refugiados aparece quemado y con cruces gamadas

13 dic 2014 . Actualizado a las 11:41 h.

Vorra es una pequeña localidad cerca de Núremberg en la que ayer se despertaron los fantasmas de los noventa, cuando cientos de personas quemaron albergues para peticionarios de asilo. Por suerte, no habían llegado todavía los refugiados y no hubo que registrar muertos en la idílica ciudad bávara. Pero que las tres casas preparadas para acoger a 80 personas fueran incendiadas y que aparecieran cubiertas con cruces gamadas y proclamas racistas, ha llevado al primer plano el aumento de la xenofobia en Alemania.

La canciller calificó la agresión de «inaceptable». «Todo el que venga a nuestro país tiene derecho a ser tratado con decencia», explicó en el congreso de su socio bávaro, la CSU, en el mismo Núremberg. La preocupación de las autoridades germanas crece, sobre todo a raíz de las recientes manifestaciones del nuevo grupo islamófobo que se hace llamar Pegida, siglas en alemán para Europeos Patrióticos contra la Islamización de Occidente. Desde hace dos meses convocan todas los lunes marchas de protesta en Dresde, que tienen cada vez más seguidores y que ahora se han extendido a otros puntos del país.

Este lunes lograron reunir a más de 10.000 personas, más que nunca, a los que presentaron frente 9.000 contramanifestantes en defensa de la tolerancia. La indignación entre los políticos es grande. «También en la política hay límites, todos los partidos deben distanciarse de estas protestas», exigió el ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas.

¿Quiénes forman Pegida?

Pero, ¿quiénes forman Pegida? Difícil de saber porque se niegan a hablar con los medios y se distancian de los neonazis para evitar la mala prensa. No obstante, es un claro movimiento islamófobo, que se declara en contra del abuso del derecho de asilo y en defensa de la cultura alemana. Utilizan lemas como «Sin violencia y unidos contra guerras religiosas en suelo alemán», para no ser tachados de racistas. Alternativa para Alemania, el partido antieuro que defiende una inmigración selectiva, ya ha bendecido las protestas. Y es que entre los manifestantes hay muchos ciudadanos de clase media, temerosos de que los salafistas tomen el control del país.

El miedo es el instrumento del que se vale Pegida. Si bien es cierto que el número de salafistas (musulmanes radicales) aumentó en dos años hasta 6.000, un 5 % de la población alemana es musulmana (unos 4 millones) y profesa su religión de forma pacífica. En Dresde, por ejemplo, donde tiene su origen Pegida, la tasa de extranjeros apenas llega al 2 %.

Hace mes y medio era Hogesa, Hooligans contra Salafistas, un movimiento con tintes xenófobos, el que a través de Internet logró aunar a hinchas violentos y ultras en Colonia. Ahora es Pegida quien alimenta el miedo a los extranjeros. El ministro del Interior, Thomas de Maiziére, reclamaba «tomar en serio las preocupaciones de los manifestantes», y es que no vale ponerse una venda en los ojos. El 24 % de los alemanes creen que los extranjeros les aportan más desventajas que ventajas, aunque los estudios económicos señalan que es justo al revés y que son más los beneficios que los perjuicios.