Semana Santa de Ferrol: La mayor Pasión del Norte

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MARCOS CREO

Con más de 3.000 cofrades en las calles y camino a convertirse de Interés Turístico Internacional, la Semana Santa ferrolana sigue creciendo año a año

22 mar 2013 . Actualizado a las 13:41 h.

Ferrol es una ciudad repleta de singularidades. Una isla en tierra, por acudir a una imagen que se ha ido consolidando con el paso del tiempo. Y su Semana Santa está repleta de elementos que la hermanan con lugares de geografías muy diferentes. Desde la espectacularidad de algunos de sus pasos procesionales, que recuerda directamente a los de Andalucía, hasta la contenida sobriedad de algunos de sus ritos, espejo de esa Semana Santa castellana que los fieles viven, ante la Pasión de Cristo (la frase es de Cunqueiro) como «verdaderos testigos». Es una ciudad, Ferrol, que nació como tal en el siglo XVIII, cuando los Borbones decidieron, en el Siglo de las Luces, que su ría albergase una base naval que fuese el orgullo del mundo entero en aquel tiempo.

La rectitud de las calles de Ferrol, diseñadas por los ingenieros ilustrados del siglo de la Razón, en nada recuerdan a los barrocos (y a veces hasta medievales) trazados urbanos de los cascos históricos por los que discurren la mayor parte de los grandes desfiles procesionales de la Pasión en España. En Ferrol, las imágenes que son llevadas en Semana Santa en andas por las calles son visibles a cientos y cientos de metros, y los penitentes desfilan ante casas con galería y frente a fachadas modernistas creadas por arquitectos como Rodolfo Ucha. Tal y como hoy se conoce (lo contaba muy bien, por cierto, José María López Ramón), la Semana Santa de Ferrol, con desfiles de penitentes cubiertos con hábito y capuz -su celebración popular, vaya-, surgió a mediados del pasado siglo. Pero desde entonces no ha dejado de crecer. También en proyección, lo que hoy lleva a la ciudad a reclamar, de nuevo, que sea declarada de Interés Turístico Internacional.

La Coordinadora de Cofradías llama la atención sobre hasta qué punto una Semana Santa como ésta resulta singular en lo que atañe a todo el norte de España. Y acierta, al subrayarlo. De acuerdo con los datos de la propia Coordinadora de Cofradías, son más de 3.000 los penitentes los que salen a la calle durante la Semana Santa. Y el número de quienes acuden a contemplar las procesiones, sobre todo el Jueves y el Viernes Santo, se cuenta, invariablemente, en decenas de miles, por el casco histórico entero.

Una ciudad repleta de singularidades, unos paisajes irrepetibles

Que Ferrol es una ciudad repleta de singularidades lo hemos dicho ya. Pero conviene recordarlo. Porque visitarla en Semana Santa, con la primavera recién comenzada, ofrece la posibilidad de pasear por sus rincones, que ofrecen al visitante barrios tan singulares como el de Canido, «donde as portas xamais se pechaban», y conjuntos monumentales como el Arsenal Militar, que opta a ser declarado, por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad.

Importa no dejar de visitar en Ferrol el antiguo Penal de San Campio, que albergó a los últimos galeotes del país y que hoy acoge el Museo Naval. También el teatro Jofre. Y el edificio de las antiguas Herrerías de la Armada. Y el Centro Torrente Ballester... Como importa, también, conocer esta Semana Santa los alrededores de la ciudad. La ría, magnífica, con sus villas y sus castillos. Y las playas más cercanas, abrazadas al Atlántico.