El nuevo papa: La Capilla Sixtina y los frescos de Miguel Ángel

Dpa

INFORMACIÓN

El artista italiano tenía 33 años cuando entró con sus cubos de pintura en la sede de los cónclaves papales

12 mar 2013 . Actualizado a las 00:05 h.

La Capilla Sixtina es considerada la mayor obra artística del Renacimiento y uno de los tempos cristianos más emblemáticos del mundo. Rodeados de ángeles y sibilas, las hermosas profetas, y de la mirada despierta de Dios, a partir de este martes los cardenales elegirán allí una vez más al nuevo papa.

Los cónclaves se celebran en la Capilla Sixtina desde 1870 y antes solían tener lugar en el Palacio del Quirinal en Roma, hoy sede del presidente italiano.

Miguel Ángel apenas tenía 33 años cuando entró con sus cubos de pintura en la capilla pontificia. Armó su andamio, subió hasta la bóveda y comenzó a darle al pincel. Sobre él sólo había vacío y en su cabeza sólo una idea, La Creación de Adán, el Génesis de la Biblia.

Durante cuatro años, entre 1508 y 1512, Michelangelo Buonarroti (1475-1564) tuvo que trabajar con gran esfuerzo para acabar la capilla. Las duras condiciones de trabajo le provocaron problemas de espalda y le dejaron medio ciego, por las gotas de pintura que iban cayéndole en los ojos.

En una segunda fase, entre 1535 y 1541, Miguel Ángel pintó el retablo de la capilla, en el que se representa el Juicio Universal.

La capilla fue construida entre 1477 y 1482 por deseo del papa Sixto IV, de quien adoptó el nombre Capilla Sixtina. Primero fue decorada con pinturas sencillas de Matteo D'Amelia, antes de que el papa Julio II encargara al joven Miguel Angel los opulentos frescos.

En un trabajo muy detallista, creó 391 figuras en la zona del altar, nueve imágenes con escenas de la historia de la Creación e imponentes desnudos con guirnaldas adornadas de símbolos pontificios.

Dichos «Ignudi» («desnudos») generaron fuertes críticas en vida del artista.

El maestro de ceremonias pontificio Biagio da Cesena lamentó que «los muchos cuerpos desnudos, que muestran su vergüenza, quedan poco elegantes en un lugar tan digno como la capilla pontificia y son más bien propios de un baño público o una posada».

Por ello, a partir de 1564 se colocó «ropa interior» y paños a algunas de las figuras desnudas. Tras la restauración en los años 90, la desnudez de las figuras volvió a salir a la luz, al igual que los vivos colores de los frescos, que habían quedado ocultos tras una capa de polvo de siglos.